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sábado, mayo 17, 2008

Poncho El Gris

Todo indica que la corrupción, los negocios turbios y los contubernios aún con las mafias, serán la constante en la Administración de Alfonso Petersen


Mónica Pérez Taylor
17 May. 08
Mural

Poco antes de las elecciones del 2006, tras una plática con señoras ilustradas, oí que votarían por Poncho para Alcalde de Guadalajara por "guapo y decente". Hacía poco que a ese mismo grupo le había dado una plática sobre el proyecto "Arcediano", en donde les hice ver de la complicidad de Alfonso Petersen, cuando Secretario de Salud, por negarse a relacionar la contaminación del Río Santiago con la enfermedad y la muerte en las poblaciones de Juanacatlán y El Salto y que, por indolente, contribuía a magnificar los efectos de ese crimen industrial, el más inhumano de los que ejecuta el Estado hoy en México. Con pena, confirmé que carita y manos limpias matan todo lo demás.

Ya como Alcalde, Petersen colgó la bata para transformarse en promotor de la inversión privada y en agente inmobiliario, utilizando su cargo como presidente de la Organización de los Juegos Panamericanos. Su estilo va en sentido de sustituir su obligación de gobernar con una obsesión por atraer la inversión privada y así poder financiar sus proyectos con los recursos y deuda pública. En buena lógica, privatizando lo público y privatizando las ganancias.

Lea a Isabel Sepúlveda ("Dobló las manitas", MURAL, 16/05/08) quien bien dice que Petersen "acaba de doblegarse ante el poder de una de las principales mafias que controlan el poder estatal, la encabezada por Gustavo González Hernández" acusado por otorgar más de mil 800 permisos ilegales de construcción y para negocios en Guadalajara en la pasada Administración.

A este tipo de sujetos mafiosos se les debía denunciar por el delito de "crimen urbano" que ha procedido en varios casos en España. En ese país, concejales con sus cabildos completos, coludidos con la mafia, han acabado en la cárcel por corruptos, por vender permisos y licencias a cambio de comisiones o asociaciones mercantiles, sin considerar las consecuencias de sus crímenes que se traducen en un caos urbano difícil de revertir; en otras palabras, por menoscabar la calidad de vida de los ciudadanos que financian sus negocios. El PAN así gobierna.

Pero Petersen disolvió la comisión que investigaba estos casos, dejando explícito un dando y dando, previniéndose de presentes y de futuras ilegalidades de las que se le acusará. Porque el Alcalde se doblega también ante otras mafias, como la que encabeza el oligarca Mario Vázquez Raña, capaz de corromper el deporte a nivel mundial, y socio ni más ni menos que de Martha Sahagún y de sus hijos, con grandes proyectos inmobiliarios en nuestro Estado en donde se lava el dineral malhabido.

Cuando los constructores le señalaron al Alcalde que los Planes de Desarrollo Urbano les impedían construir edificaciones verticales en su Municipio, Petersen les ofreció diseñarlos a su medida. Y cuando le manifestaron su molestia contra las asociaciones vecinales y hasta de la Secretaría de Cultura por cuestionar sus proyectos, Poncho, el constructor, ofreció cambiar las reglas para que no se inmiscuyan más. Allá ellos, y allá nosotros.

Al poner todo en bandeja de plata para los inversionistas y constructores, Petersen les otorga "seguridad jurídica", ante el pánico de que "vuelen" las inversiones a otros Municipios. En cambio, en el cabildo tapatío se le acusa por falta de coordinación para ejercer el presupuesto de obra pública. Y ante los señalamientos de la grave corrupción en el Registro Civil, Petersen contesta que son sólo apreciaciones subjetivas. Seguridad para los extranjeros; y los tapatíos... que se frieguen.

Pero quien se mete con la mafia, mafioso es. Ante las denuncias, bien sustentadas, de los abogados del Comité en Defensa del Bosque de los Colomos contra el edificio que pretende construir el regidor priista de Guadalajara Juan Pablo de la Torre, en un predio de Paseo del Torreón, ha quedado expuesto el contubernio que se venía gestando desde hace lustros, cuando terrenos del bosque acabaron en manos privadas, en el que participan regidores, directores pasados y actuales de Obras Públicas, algunos otros funcionarios públicos, notarios, empresas inmobiliarias, familias emparentadas políticamente y prestanombres relacionados con narcotraficantes.

Petersen es parte del contubernio, pues no hay otra manera de explicar su falta de interés en proteger el bosque que se depreda a la vista de todos. Un escandaloso negocio que trata de pasar desapercibido a cambio de exonerar a los mafiosos de la anterior Administración. Vamos a ver si pueden y cuánto más tolerantes seremos como sociedad.

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