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viernes, abril 18, 2008

Un asalto indirecto

Rafael Segovia
18 Abr. 08
Reforma

La toma de la tribuna de la Cámara de Diputados ha indignado a todos los que ven en el PAN un principio de orden y de buenas intenciones. Todos los que están dispuestos, aunque no sean católicos, a comulgar con ruedas de molino, que las hay de varios pesos, algunas de varias toneladas. Incluso nos encontramos una monumental: la desaparición de la pobreza extrema en unos años; la pobreza extrema de cuya calidad y extensión decide el señor Calderón y el señor Carral se limita a hacer gárgaras con tan ansiada pretensión. En México ya no encontramos pobres extremos, extremados. A nombre de todos los ricos extremos, este hombre dio las gracias a todos los industriales de este club: "por regresarle al ciudadano tranquilidad y paz, tarea nada fácil por lo avanzado del cáncer. Vea usted, se lo reconocemos y valoramos".

Como de costumbre Calderón fue a un círculo de hombres ricos, rodeado de su Estado Mayor, a hacerle promesas a los pobres. Prometió desaparecerlos: para eso cuenta con las Cámaras, como prometió ya hace tiempo que esa pobreza desaparecería con el empleo que iba a crear. Seguimos esperando y repitiendo que prometer no cuesta nada.

Palabras más palabras menos, se repite. Busca modificar su aspecto y su medio -trata a algunos indígenas- pero sus amigos verdaderos son los de siempre. Se busca hacer un país para ellos, darles la confianza que necesitan: el punto del PIB que se pondrá también en la solapa. No para todos está el sol tan radiante: para Manlio Fabio Beltrones su protesta por el rapto del Senado puede ser algo que se le recuerde en un mal momento, dentro de algunos años, y a Santiago Creel no hay nada de lo que hizo en estos días (recuerda una marca de discos: la voz de su amo), excepto lo que no hizo en un pasado reciente: fue un secretario de Gobernación inútil, sin ideas y sin carácter.

No es necesario un secretario de Gobernación que sepa manejar a diputados y senadores. Las mayorías están claramente dadas y la discusión reclamada a gritos no tiene sentido. Se quiere una simulación de debate donde ya está acordado con los jefes de los grupos el texto final, el resultado del arduo debate donde van a pasar por la tribuna una serie de senadores y diputados para criticar lo ya concedido. El PAN debería agradecer las movilizaciones de la oposición que le dan a este debate un aspecto de realidad. Porque los perredistas, si creen en su no participación, deben dejar al PAN y al PRI cargar con la responsabilidad, con toda la responsabilidad, con la gloria de haber liquidado la pobreza extrema.

Ya se conoce cómo el PAN actúa en estos años que lleva en el gobierno. Nunca prometen qué van a hacer en los años inmediatos que tienen por delante: prometen para después de sus años de gobierno. Será en 2010 o 2012, habrá universidad para todos. Será cuando empiece tan prometedor programa pues si empezamos a ver los costos de creación -gratuita, se supone- de tal empresa, añadidos a las refinerías, entre otras menudencias que serán pagadas con lo que dejen las compañías nacionales o extranjeras. Hay el temor más que justificado de la entrega de las carreteras, de su manejo -de la construcción se encargó el Estado-, las cuales fueron vendidas otra vez al sufrido Estado cuando no fueron negocio, o del Fobaproa, el cual ya está olvidado, menos en las cuentas bancarias de los amigos de Felipe Calderón.

Estamos en el momento de diseñar el modelo de país donde se va a vivir. En él tendremos un modelo de Estado que no va a ser del gusto de todo el mundo, sobre todo de los que ya viven en la pobreza extrema. Por lo pronto no ha hecho nada el gobierno para modificar este mundo de ricos sin medida y pobres e xtremos por considerar que así son las sociedades modernas, las neocapitalistas, envidiadas por la humanidad. La meta es pues crear una sociedad como la norteamericana donde, junto a un capitalismo salvaje, dueño de un mundo donde la rebelión es constantemente, su fuerza también lo es y se encuentra aceptado por minorías cada vez más pequeñas.

El mundo de Estados Unidos, imitado y recibido después de la Segunda Guerra, fue un desiderátum traído a México por el gobierno del presidente Alemán, donde la tecnocracia se asomó por primera vez y empezó una industrialización, donde aprendimos qué es la miseria. La sociedad de hoy es la que se empezó a crear en esa época. Permaneció, eso sí, la retórica de la igualdad, la educación universal, el bienestar de las familias y una justicia de un Estado benefactor, la retórica del PAN a la que debería añadirse el Opus Dei y los legionarios para darle una buena conciencia a quienes estaban listos para poner el país a su servicio, cosa que lograron.

Ya no se habla ni se escribe sobre el petróleo. Estamos en el descansando, en espera del próximo encuentro, que será ganado ya sabemos por quién. En espera de ese debate en que participarán todos los mexicanos, en el que habrá un vencedor seguro. Ya sabemos cuál será la voluntad popular expresada por una diferencia de 0.7 por ciento de los votantes, pero puesta en una sola mano por el presidente del IFE, sin recuento, ése que se reclamó en 1982. Las verdades son temporales y el petróleo es duradero, pero suele cambiar de dueño. El de México duró, visto con optimismo, 69 años en manos de la nación. Son los que Estados Unidos pudo esperar.

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