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viernes, abril 18, 2008

Opinión - Ruben Martín

El desprecio por las “minorías”

Publico

Son una minoría. Así respondieron las voces oficiales y las voces empresariales y periodísticas (siempre dispuestas a apoyar las decisiones del gobierno) para subestimar las críticas de los jaliscienses que se han opuesto al donativo de 90 millones de pesos para la construcción de un templo cristero.

Ante la clara y flagrante violación a la Constitución y de la Ley Federal de Asociaciones Religiosas que prohíbe el apoyo de las entidades públicas a las iglesias, ante la incapacidad para explicar el origen de los recursos, las respuestas van de las contradicciones a la descalificación.

El colmo lo aportó Javier Gutiérrez Treviño, coordinador del Consejo de Cámaras Industriales (CCIJ). Según este empresario, las personas que decidieron presentar una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) lo hicieron seguramente porque no tenían trabajo. La declaración de este empresario pretendía ser una crítica hiriente a quienes pusieron su queja, pero en realidad es más bien una radiografía de la ignorancia del declarante.

Esta discusión ha revelado al mismo tiempo que este desprecio es compartido por el actual grupo gobernante. Según el gobernador Emilio González Márquez, quienes se oponen al donativo son una minoría. González, tan amante de los datos duros, debería saber que 57 por ciento de la población en general (en zona metropolitana de Guadalajara) está en contra del donativo, mientras que 54 por ciento de los católicos también se oponían a entregar dinero público para construir un templo (Mural, 1 de abril 2008).

Pero nada de esto servirá para hacer reaccionar al actual grupo gobernante. Y no servirá porque para esta clase política los reclamos populares no son sino meras variables numéricas en su esquema de control del poder.

El pensamiento de Herbert Taylor Arthur, colaborador del gobernador, es un buen ejemplo. Varios personajes han escuchado que Taylor ha minimizado las protestas del primer año de esta administración y ha dicho que no importa que durante el ejercicio de gobierno cometan errores, lo que importa es que hagan una buena campaña electoral, y “ellos” (es decir, el grupo político de González) ha demostrado en dos ocasiones (2003 y 2006) que saben ganar aún y con encuestas adversas. Y ya sabemos cómo: bajo la estrategia de la polarización que no es otra cosa que marcar la agenda electoral sacando los trapos sucios del adversario.

Si creemos este comentario, el actual grupo gobernante está pervirtiendo la democracia representativa, pues considera al pueblo como mera masa de electores y gobernados totalmente manipulables mediante técnicas de marketing, compra de información mediante contratos publicitarios, subsidios focalizados, cooptación o represión. Según este esquema, no importa lo que pidan o quieran los grupos sociales si se tienen a la mano las herramientas de la manipulación.

Los doctrinarios del PAN se revolcarían en su tumba al ver los métodos y maniobras de quienes gobiernan en su nombre.

No es sólo que el actual grupo gobernante desprecie a quienes se oponen al limosnazo. Es que como regla general no atienden y menos resuelven los problemas de fondo de los grupos sociales que se han manifestado en el último año. No atendieron el reclamo de los vecinos del parque Morelos, han ignorado o manipulado los reclamos de las comunidades indígenas, se han desentendido de los conflictos laborales y han menospreciado a 160 mil personas que piden un referéndum sobre el precio del transporte público. Otra muestra clara de esta forma de ejercicio político se ha manifestado con El Salto.

Para ellos la grave crisis ambiental de El Salto es un asunto de exposición en medios; “lo atendieron” hace dos meses por la muerte del niño Miguel Ángel López Rocha, y la “solución” que encontraron fue entubar las aguas negras recolectadas en esa zona para desecharlas más adelante, cerca de Puente Grande donde viven quince mil personas. No les importa la salud de esta comunidad, no atienden ni resuelven de fondo los problemas, los manipulan mediáticamente para que no afecte la imagen del gobernador. Y todo para que González pueda contender por la presidencia del país en el 2012.

Pero la soberbia de esta clase política los lleva a subestimar las disidencias y les impide ver su propia crisis. ¿Quién es minoría, todas esas luchas sociales o esta clase política encerrada en sus prebendas y en sus estudios de opinión? ¿Son minoría las comunidades indígenas, los trabajadores que reclaman sus derechos, las poblaciones que luchan para ya no morirse por la contaminación o un grupo político que apenas llegó al poder con apenas 25 por ciento del total del padrón o apenas 19 por ciento de la población total? ¿Quién es la minoría?

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