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miércoles, enero 02, 2008

Opinión - Jorge Gómez Naredo

Artículo publicado el 31 de diciembre de 2007 en El Occidental

Para el 2008

Jorge Gómez Naredo

Cada final de año se hacen balances en diversos medios de comunicación sobre la situación política, cultural, social y un montón de cosas más. Hay “ingeniosos” personajes que aparecen en las pantallas de televisión y dan pronósticos sobre lo que sucederá en el futuro próximo. Es una tradición: se va un año y llega otro. Para los caricaturistas sin ingenio, es muy fácil poner un señor viejo que representa el 2007 yéndose a algún lugar desconocido, junto a un niño con una pequeña banda que dice 2008. Este es el ambiente de cada fin de año. Todo acompañado de fiestas y más fiestas.

Los balances sirven, los comentarios ayudan, las críticas son necesarias, pero, ¿qué cambian?, ¿acaso para los personajes que están a cargo de las riendas de un municipio, de un Estado o del país, las críticas y los argumentos valen de mucho? Uno puede estar en contra de una medida arbitraria, puede hacer muchas actividades versus tal o cual designio gubernamental, pero para los de arriba, eso no vale o vale poco. Ejemplos hay muchos: el llamado “viaducto” López Mateos es uno de ellos. Quedó demostrado que no funcionaría, que no sería de mucho apoyo porque los autos son muchos y porque el no tener semáforos no indica que las vialidades sean más expeditas. Además, el proyecto se hizo “al vapor”, es decir, sin planearse con detenimiento y sin pensar en realizar un verdadero viaducto donde se solucionara cómo serían las vialidades laterales, cómo cruzarían la avenida los peatones, en fin, muchas cosas que no se pensaron o no se quisieron pensar. El secretario de Vialidad y Transporte, Juan Manuel Verdín Díaz, no hizo caso a los reclamos de quienes se manifestaron en contra de la conversión de una avenida, así nomás, de un día para otro, en viaducto.

¿Qué se necesita para cambiar las cosas?, ¿para influir en las decisiones de los gobernantes?, ¿qué precisa la ciudadanía para que su voz sea escuchada, respetada y tomada en cuenta? Se supone que cada tres o seis años se organizan elecciones para que la ciudadanía decida quién gobernará. Sin embargo, sabemos (y esto es claro y diáfano) que ir cada tres años a votar no significa que las autoridades elegidas serán representantes de los piensos de la ciudadanía (y menos cuando se hacen fraudes, cuando quienes escogen a las autoridades son los grandes empresarios, el dinero, las televisoras, etcétera). Pensar la democracia como el simple hecho de ir a votar es un absurdo y una tomadura de pelo.

Para ejercer la ciudadanía se precisa información y acción. Sí, informarse de lo que sucede, de lo que pasa a nuestro alrededor y nos atañe directamente. Y acción porque para que los gobernantes hagan caso a los ciudadanos se necesita movilización, estrategias que hagan recular a los gobernantes en sus prácticas inicuas.

Pero el ejercicio de informarse y de actuar no se da de una manera clara y generalizada y, por supuesto, las respuestas de los gobernantes no son siempre benéficas para los ciudadanos. Como ejemplos tenemos las constantes críticas que se realizaron a la donación de más de 60 millones de pesos, por parte del gobernador, a Espacio 2007, de Televisa. Nada cambió el parecer del ejecutivo y los dineros públicos quedaron en manos privadas. Pero también hay pequeños triunfos como la lucha en contra del placazo. A partir de la movilización de amplios sectores sociales (especialmente de la clase media), el gobernador decidió “echar pa’tras” una medida que no se justificaba.

Pero cada día es más difícil manifestarse y tener éxito en lo que se pretende. Las autoridades parecen no tener la intención de solucionar los conflictos. Si no cambia esta situación, pronto tendremos problemas más y más graves. Ahora bien, lo que se precisa es que la ciudadanía se movilice, que se informe y actúe. Sin estos requisitos, las autoridades (que no suelen representar los intereses de las mayorías) no se sensibilizarán ni tomarán en cuenta al pueblo. Por eso, para el próximo año, el 2008, se necesita que los ciudadanos en Jalisco se mueven, que hablen, que digan no y lo digan fuerte. Y así, seguramente, las cosas cambiarán. No todas, no todo, pero algo se modificará y eso será ya un éxito.

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