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jueves, diciembre 27, 2007

Opinión - Mario Ramos

¡Basta de mentiras!

La Jornada Jalisco

Durante mucho tiempo se sostuvo que los medios de comunicación eran los garantes de la democracia, o al menos servían para hacerla avanzar; los medios eran el principal instrumento para materializar una de las principales características de la democracia: la libertad de expresión. Y hablo en pasado porque en la actualidad los medios de comunicación, sobre todo los grandes consorcios mediáticos, no garantizan el libre flujo de las distintas expresiones de la sociedad, ya que son portavoces del discurso de la elite empresarial global que tiene intereses políticos y financieros en todo el mundo.

Lo que sí ha avanzado a pasos agigantados es la fusión entre los grandes medios de comunicación en el mundo, mientras a principios de los años 80 los principales medios del planeta estaban en manos de 50 compañías, en dos décadas, estos medios han pasado a formar parte de nueve compañías transnacionales como la compañía de Rupert Murdoch, Newscorp que aglutina empresas como Fox, con presencia en el cine, televisión por cable y satélite, cientos de revistas, periódicos y editoriales, es propietaria de My Space y recientemente adquirió el periódico The Wall Street Journal. O la empresa Times Warner, que tiene entre sus empresas CNN, HBO, AOL, New Line Cinema, Warner Bros Enterteinment, Time Inc, o también empresas de menor tamaño pero no menos influyentes en la producción de contenidos como NBC Universal, CBS, y otras empresas focalizadas en otras partes del mundo como son el Grupo español Prisa propietaria del periódico El País y con empresas de televisión, radio y editoriales como Santillana, Alfagura, Aguilar, Taurus, etcétera. En México este grupo tiene presencia en radio como socio de las radiodifusoras W Radio y los 40 principales.

Lo anterior nos indica que la concentración de los medios de comunicación va en ascenso y nos alerta del grave riesgo que la información y el periodismo están padeciendo. Actualmente la información se está subordinando a los intereses de estos grandes grupos en detrimento de la información que los ciudadanos requieren para conocer e interpretar lo que sucede en su entorno y hacer una sociedad más justa y democrática. Ignacio Ramonet director de Le Monde Diplomatique, lanza la siguiente interrogante: “¿tienen los dueños de los medios los mismos intereses que los ciudadanos de una sociedad democrática? ¿O tienen unos intereses particulares? Cuando los medios que pertenecen a tales dueños defienden tal o cual valor, tal o cual idea, ¿será ello beneficioso para el conjunto de la sociedad o para los dueños de los medios?”.

En este apartado no podemos dejar de pensar en el espectáculo que los dueños de los medios de comunicación y sus empleados protagonizaron en nuestro país para oponerse a la reforma electoral, debido a que sus intereses económicos se verán mermados con la prohibición a los partidos y candidatos para comprar espots de televisión durante las campañas electorales.

Pero Ramonet continúa con sus sentencias: “los medios, como institución, han defraudado y están defraudando a los ciudadanos y tienen un comportamiento que no corresponde a lo que son y sienten los ciudadanos y a los propios intereses de los ciudadanos” y pone como ejemplo lo ocurrido en Estados Unidos en vísperas de la guerra de Irak donde se afirmaba que el régimen de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva y que estaba a punto de hacerse de armas nucleares, pero también establecía que existía una relación entre los atentados del 11 de septiembre y Saddam Hussein como autor indirecto del ataque. Y aquí Ramonet de nuevo se pregunta por el comportamiento de los medios ante el discurso oficial y los informes vertidos por el gobierno de Bush a la opinión pública. Ahora sabemos que la prensa compró la tesis del gobierno estadunidense, no sabemos si por ingenuidad o complicidad, pero lo cierto es que las armas de destrucción masiva nunca existieron. ¿Qué pasó con las voces que alertaban o señalaban que se tenía que investigar más? ¿No hubo periodistas que investigaran, informaran y alertaran de que la información manejada por el gobierno era falsa? Hoy sabemos que la información que se transmitió en las distintas cadenas sirvió como propaganda y legitimó los absurdos ataques.

A propósito de lo anterior, John Pilger, periodista australiano por poco más de 50 años y realizador de diversos documentales autor de un extraordinario libro que publicó recientemente la editorial RBA en España y que se titula ¡Basta de mentiras! ofrece una antología de trabajos periodísticos que en su momento tuvieron la virtud de ser reportes de investigación que eran discordantes del concierto de voces periodísticas del momento, por ejemplo la crónica escrita por la corresponsal de guerra Martha Gellhorn, cuando el mundo no sabía nada de los campos de concentración, o de la descripción que hizo Wilfred Burchett de los efectos de la bomba atómica en Hiroshima, en esta crónica el periodista Burchett señala que mientras centenas de reporteros cubrían la firma de la rendición de Japón en la II Guerra mundial, él se dirigía para constatar lo sucedido en Hiroshima; y contrariamente a los reportes oficiales de que la bomba no tendría consecuencias radioactivas, él presenció y reportó los primeros estragos. Otros de los trabajos presentados por Pilger son los de Edward R. Murrow y su denuncia del macartismo, y los realizados por los periodistas Günter Wallraff, Anna Politkovskaya, Robert Fisk, Joy Gordon, Mark Curtis, entre otros.

El libro habla del silencio que imponen los medios de comunicación subordinándose a los intereses de los gobiernos o de las grandes empresas, es una invitación a los periodistas a romper el silencio, ya que señala que “cuando el silencio remplaza a la verdad el silencio es mentira”, e invita a los periodistas a hacer un periodismo de investigación en un sentido más amplio que el del “trabajo detectivesco”, para él, el periodismo de investigación da testimonio investiga y analiza ideas”. Ese tipo de periodismo es el único que puede contrarrestar a los incesantes flujos de información vertidos por los consorcios mediáticos que buscan silenciar verdades y quieren imponer las suyas. Es el tipo de periodismo que necesitamos urgentemente en nuestro país.

marioramosg@hotmail.com

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