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viernes, noviembre 23, 2007

Opinión y crónicas - Jorge Gómez Naredo

Publicado en La Jornada Jalisco, el 18 de noviembre de 2007

Libros sobre sexualidad: ¿quién gobierna verdaderamente Jalisco?

Jorge Gómez Naredo

No es un misterio que Emilio González Márquez, desde que inició su gestión como gobernador de Jalisco, ha regido con apoyo de la arquidiócesis tapatía y, en especial, con la venia y el respaldo del cardenal Juan Sandoval Íñiguez. Se les ha visto a estos dos personajes en comilonas, en rezos y misas, charlando, con carcajadas a borbotones; siempre están al tanto de lo que uno hace y de lo que el otro deja de hacer. Ha habido una relación estrecha y la pregunta que se debe realizar es: “¿quién en realidad está gobernando al Estado?”

El gobernador realiza constantes defensas del catolicismo. Además, nadie puede negar que quien dirige la política y la economía del Estado se ha plegado a ciertas visiones de la vida cercanas al ideario de la iglesia católica y a su pastor. No hace mucho tiempo hubo un escándalo cuando se supo que González Márquez, acompañado de otros altos funcionarios de su gabinete, tomaban clases de exégesis de la Biblia en Casa Jalisco, un recinto que es por antonomasia laico. Pero no solamente ha sido eso: el gobernador ha denostado a quienes tienen relaciones sexuales y (¡oh, gran pecado!) se cuidan con preservativos; ha dicho que regalar condones es como pagarles “a los chavos” las cervezas y el motel; ha hablado en repetidas ocasiones, desde su calidad de gobernador, en contra del aborto. Es decir, se ha sometido (con gran gusto) a los designios de lo que Juan Sandoval Íñiguez piensa, dice y quiere. ¿Dónde está, pues, el Estado laico por el cual se luchó en el siglo XIX tantos y tan sangrientos años?

Ahora también se busca implantar el “reino de Cristo” en las escuelas públicas del Estado. En días pasados se dio a conocer en La Jornada Jalisco que hay libros que se reparten a los profesores de secundaria donde se dice, entre otras perlas, que “Respecto a la virginidad, habría que decir que se pierde cuando una mujer se acuesta con un hombre y no cuando se rompe el himen. Y si un hombre, cuando se casa, desea que su mujer sea virgen, es decir, que no haya tenido relaciones con nadie todavía, lo puede notar en la actitud de su mujer. Se nota si es experimentada o no”. Es una guía-taller intitulada ¿Cómo orientar a los adolescentes para vivir su sexualidad?, y está llena de textos anacrónicos, conservadores y machistas. Y, lo que es peor, buscan aminorar el uso de anticonceptivos: una lucha que ha dado la iglesia tapatía desde hace mucho tiempo y con bastante fiereza.

Se ha repetido muchas veces que Emilio González Márquez es gobernador de todos los jaliscienses y no de una parte conservadora, católica, retrógrada y reaccionaria. No se puede ser representante de una sociedad heterogénea si se piensa y se actúa a partir de ideas preconcebidas y de atavismos religiosos. No se pueden llevar a cabo medidas para erradicar los riegos de las enfermedades de transmisión sexual (entre ellas el SIDA), si desde los altos puestos del gobierno del Estado se ve a los anticonceptivos (y al condón, especialmente), como un instrumento diabólico que hace daño al ser, al espíritu y a la humanidad. Hoy, cuando la vulnerabilidad de la sociedad ha crecido respecto a estas enfermedades, no se puede gobernar bien si se parte de una visión verdaderamente anacrónica y nociva para la salud de la sociedad jalisciense.

Juan Sandoval Íñiguez se ha caracterizado por su injerencia en asuntos que competen sola y únicamente al Estado, a lo civil. Durante la gestión de González Márquez (y en general durante toda la época panista de Jalisco) se ha sentido con el derecho de decir qué se debe y qué no se debe hacer: al cabo el gobernador es uno más de sus feligreses antes que representante popular. Ya anunciaba el purpurado una batalla campal en abril y marzo del presente año cuando se aprobó una ley para reglamentar el aborto en la ciudad de México: “Actualmente se ha recrudecido la persecución contra la familia y la vida, mas Dios quiere que quienes creemos en Él demos la batalla, que usemos nuestro derecho a hablar, para oponernos a estos atropellos inmensos e incalificables. Cuando se pierde la noción de Dios y no se respeta la vida, el ser humano llega a un nivel más bajo que el de las bestias”. Y las bestias (o más “bajas” que bestias) son todos aquellos que no concuerdan con su pensar.

El gobernador del Estado de Jalisco no entiende o no quiere entender que no se trata de estar o no de acuerdo con el condón y otros anticonceptivos, sino de prioridades, y la educación sexual laica, informada, objetiva, es una prioridad para que la población, cuando tenga relaciones sexuales, lo haga de la forma más segura posible. Y si el condón sirve para eso y si los anticonceptivos ayudan para la planificación de las familias y si dichos métodos tienen éxito y cumplen su función, no se puede poner por delante una visión (si bien es cierto respetable) retrógrada que no puede estar rigiendo las políticas de salud ni de educación del gobierno del Estado. Solamente queda responder una pregunta, ¿aceptará el señor gobernador (no González Márquez, sino Sandoval Íñiguez), que se dé marcha atrás a esta política que, si continúa, será nociva para la sociedad jalisciense?



Publicado en El Occidental, el 19 de noviembre de 2007

Sobre Hugo Chávez y Juan Carlos I: el verdadero conflicto

Jorge Gómez Naredo

Hugo Chávez ha sido considerado por quienes se identifican con las derechas y por muchos que se dicen de centro (e incluso de izquierda) una especie de demonio: el mal hecho persona. Según estas visiones, los pueblos no deben ni pensar en elegir (“es un peligro para el mundo”) a un loco como Chávez, un verdadero dictador (extraño, por supuesto, porque arribó al poder a través de elecciones democráticas –contando un referéndum–).

En la pasada Cumbre Iberoamericana, celebrada en Santiago de Chile, se suscitó un altercado entre Hugo Chávez y el rey de España, Juan Carlos I. Todo se dio en la última sesión, cuando el presidente de Venezuela había hecho duras críticas al ex presidente hispano, José María Aznar. Lo tildó de fascista, opinión que no está nada alejada de la realidad. José Luis Rodríguez Zapatero, el actual mandatario español, salió en defensa de su antecesor. Chávez interrumpió a Zapatero y fue en ese momento cuando el rey Juan Carlos I le espetó al mandatario sudamericano: “¿por qué no te callas?”

Lo importante de este asunto no es una cuestión de formas, de delicadeza, sino de fondo. Sí, es cierto, Chávez no se comportó con el debido respeto. Sin embargo, tenía (y tiene) el derecho a decir lo que pensaba. El “¿por qué no te callas?’” no es solamente una anécdota, es una frase que resume una visión y una ideología. Nadie duda ahora que España ha iniciado una especie de reconquista de sus antiguas colonias: las empresas hispanas han sentado sus reales en muchos países de América Latina y se comportan como verdaderas saqueadoras. Muchas veces no se diferencian de las trasnacionales estadounidenses: lo que les importa es obtener el mejor provecho. Algunos gobiernos sudamericanos han intentado ponerles un alto, y la respuesta del Estado español ha sido defender los intereses de los capitales hispanos a toda costa. Por eso el reclamo de presidentes como Hugo Chávez y Daniel Ortega; y por eso, también, la respuesta del rey español.

La discusión que se dio a partir del episodio protagonizado por Hugo Chávez y el rey Juan Carlos I se ha centrado en el “¿por qué no te callas?” del jerarca español o en los “malos modos” del mandatario venezolano, pero se ha olvidado en muchos casos el fondo. No se ha fijado la atención sobre los justos reclamos de Chávez al ex presidente español ni sobre la forma en cómo actúan las empresas hispanas en territorios latinoamericanos ni en el irrestricto apoyo del Estado español a éstas.

No es cuestión de patrioterismos (como el que se dio en España, con halagos al rey y con porras a José Luis Rodríguez Zapatero) ni de falsos dilemas. Lo realmente importante es conocer, analizar y discutir el papel que jugará España en América Latina y América Latina en España. No cabe duda que hay vínculos, que el idioma nos une y que el coloniaje dejó una herencia que forjó lo que hoy es la América abajo del río Bravo. Pero abocarnos (como han hecho muchos medios de comunicación), a decir que Chávez es populista, que Zapatero actuó bien y que el rey, ah, el rey, fue ejemplar, es hablar de cosas que no tienen significados profundos y que no nos llevan a ningún lado.

No cabe duda que Juan Carlos I mostró un ademán de autoritarismo, de “cállate súbdito”, de “no me rezongues”. Los tiempos han cambiado, ahora la relación se da entre iguales, entre naciones, entre países independientes. Por eso es importante buscar caminos de comunicación y de solidaridad: parece ser que eso no lo entienden las empresas españolas ni los gobiernos que las apoyan irrestrictamente.

El mensaje que nos dejó la Cumbre Iberoamericana pasada es claro: América Latina no quiere una reconquista (ahora económica) y sí busca solidaridad. Entre más unidos estén los países de habla hispana, entre más se fortalezcan los vínculos económicos justos, las relaciones culturales y los lazos de fraternidad, todo será mejor. Pero no se puede tolerar, por ningún motivo, la imposición ni la censura. Por eso, el “¿por qué no te callas?” es un acto repudiable cuando viene de un jefe de Estado a otro jefe de Estado. Chávez tenía todo el derecho de decir que Aznar era y es un fascista. Y se debe respetar su opinión: le duela quien le duela.



Publicado en La Jornada Jalisco el 19 de noviembre de 2007

Fraude: México 2006: una película de todos

Jorge Gómez Naredo

Fraude: México 2006 es una película extraña, no porque en el país no se hayan realizado documentales o porque éstos no hubieran tocado temas políticos, sino porque en ella intervinieron además del director y demás personas relacionadas con la producción cinematográfica, cientos de personas que mandaron más de 300 horas de documentación visual para demostrar, ampliamente, que en julio de 2006 hubo fraude y que, por lo tanto, Felipe Calderón es presidente ilegítimo y está usurpando una función que simple y llanamente no le corresponde.

El recorrido para realizar el documental sobre lo ocurrido en julio de 2006 fue difícil, sinuoso, lleno de piedras y de vericuetos, de tapias que impedían concluir la película. Luis Mandoki, director de la obra, y Federico Arreola, productor de la misma, han dado infinidad de conferencias de prensa para explicar, primero, la negación de varias empresas cinematográficas para distribuir la película y, después, para quejarse de la censura en salas de cines, en radiodifusoras, en televisoras, en esa gran constelación de empresas que tienen miedo de exhibir lo que les crea conflictos con el poder: ¿será porque saben que la verdad incomodará a Felipe Calderón y a todos los que estuvieron implicados en el fraude electoral de 2006?

Esta película, aunque sea de Mandoki y la haya hecho la empresa (fundada especialmente para eso) Contra el viento films, fue resultado del esfuerzo de mucha gente, de cientos de miles, de millones de mexicanos que el 2 de julio del año pasado pensaron que las cosas habían cambiado, que la democracia, o los pequeños pedazos de democracia que se argumentaba existían en México, habían fructificado. Es de ellos y no solamente de ellos, es también del pueblo de México todo, de quien está a favor de López Obrador o en contra de él (Calderón es un actor secundario, siempre lo ha sido y siempre lo será, aunque ahora se diga presidente), de quienes viven en estas tierras, de quienes aquí han hecho su vida y han sufrido y gozado. Es de todo un país. Porque la obra, aunque ya ciertos periodistas en el paroxismo (que más parecen merolicos) la hayan atacado como “propagandista” –llegando al exceso de comparar a Luis Mandoki con la cineasta del régimen nazi, Leni Riefenstahl–, muestra pruebas y exhibe que en México, en 2006, hubo fraude. Y un fraude que cargan todos los mexicanos, los que están en contra de él, los que no saben si hubo o no y los que están a favor de él (porque, aducen, “¿qué hubiera pasado si ese loco llega a la presidencia?”). Es una película de todo México porque narra lo que somos, lo que hemos sido, en lo que nos hemos convertido. Es una película que nos refleja, un espejo en el cual nos vemos con nuestras contradicciones y con nuestras virtudes, con los que luchan porque haya democracia y por quienes piensan que ésta es para unos cuantos y ya. Es una película de coraje, de impotencia, de lo que somos: de todos, absolutamente de todos los mexicanos.

Y la función comenzó...

Veinte minutos antes de iniciar la función, la sala se observa vacía. ¿Acaso a nadie le interesa ver un documental que aborda un tema político? Pasan los minutos y comienza a llegar gente, uno, dos, tres, poco a poco van llegando las personas, se sientan, platican: van solos unos, van acompañados los más. Hombres y mujeres, jóvenes, ancianos, adultos. Cinco minutos, los comerciales previos (y sí que hay comerciales) se están proyectando ya y la sala se llena, llega gente, mucha gente, un montón de gente. La sala está casi repleta y comienza la película.

Luis Mandoki logra realizar en Fraude: México 2006 una narración de lo que sucedió antes, durante y después del proceso electoral para elegir al presidente de México. Inicia con el caso del desafuero, cuando Fox, los diputados del PAN y del PRI y toda la estructura estatal intentaron, sin éxito, quitarle los derechos políticos a Andrés Manuel López Obrador. Desde ese momento y hasta hoy, el tabasqueño no ha dejado de ser la principal figura política y social en el país. Se compara la situación de 1988 y de 2006: a 17 años y los fraudes siguen, la democracia no llega, la gente lucha y se siguen los caminos para buscar, a través de la vía electoral, la conquista del poder por partidos o coaliciones de izquierda.

Poco a poco el documental va adentrándose en el tema central: el fraude cometido por el PAN, por el presidente de la república, por los consejeros y por los magistrados electorales, por Felipe Calderón y su equipo de campaña, por los grandes empresarios que se sienten dueños del país, por todos los que tienen miedo de perder sus injustos privilegios. Se comienzan a escuchar las primeras mentadas de madre entre los asistentes a la sala cinematográfica: “pinche espurio” y “maldito pelele” cuando aparece Felipe Calderón; “vendidos”, cuando en las pantallas López Dóriga, Gómez Leyva, Adela Micha, Carlos Marín y demás “comunicadores” se entrampan en “profundas” disquisiciones sobre las “apabullantes” muestras de la carencia de argumentos para negar el fraude.

Las cámaras ciudadanas entonces se hacen de la pantalla: imágenes de los conteos distritales que muestran la consigna instaurada por los altos mandos del IFE: “no hay irregularidades”. Imágenes y más imágenes de personas que vigilan y tratan, por todos los medios posibles, de abrir los paquetes electorales porque las cuentas no cuadran, porque los números no dicen la verdad, porque hay falta de consistencia y porque simple y llanamente huele a fraude, se ve un fraude, se siente un fraude.

Y después las manifestaciones, la consigna, tan justa, tan llena de verdad, tan democrática: “voto por voto, casilla por casilla”. Los ríos de gente, el zócalo capitalino repleto, avenidas y avenidas con personas que buscan una sola cosa: el conteo total de los votos. La gente, con más gente, acompañada de gente: un montón de gente. Una cámara ciudadana le pregunta a un manifestante: “¿y viene con toda su familia?, ¿no tiene miedo de la muchedumbre?” A lo que responde la persona entrevistada: “no, no le tengo miedo, si nosotros somos parte de la muchedumbre”. Sí, imágenes espectaculares de esa muchedumbre que se cansa de ser desoída, de ser ignorada, de ver sus derechos, sus pocos derechos, vejados una y otra vez. Una muchedumbre que se decidió a salir, a protestar, a decir que no, que no aceptaba la imposición, que no aguantaba un golpe más y que desconocía a esas instituciones que los habían robado una y otra vez. Una muchedumbre que eligió a Andrés Manuel López Obrador como presidente legítimo de México porque estaba segura, completamente segura, que él, el tabasqueño, había ganado las elecciones: porque entendían que los poderosos no habían robado la presidencia a un hombre, sino a un pueblo.

Se termina el documental y la gente, de repente, aplaude, sí, la gente, mucha gente, un montón de gente aplaude y aplaude y sigue aplaudiendo: un aplauso que dura más de un minuto pero que parece eterno. Un aplauso que es para Luis Mandoki, sí, pero también para todos los que decidieron un día decir “ya basta” y desconocer a Felipe Calderón como presidente. Un aplauso que de tan largo, al salir de la sala, todos lo seguían escuchando; un aplauso no para un director, sino para un pueblo, porque la película Fraude: México 2006 no es la película de López Obrador ni de Luis Mandoki, es la película de una sociedad, la radiografía de un país que sigue sufriendo pero que vive con la esperanza y mantiene la esperanza y esa esperanza no se calla ni se olvida ni se va.

A más de un año

A más de un año del fraude, a más de un año de la guerra sucia, a más de cuatro años de atacar no a un hombre, sino a un pueblo. A más de un año de esa escisión que vivió el país entre los que apoyan a López Obrados y los que lo repudian, entre quienes tienen todo y quienes poco o nada poseen. A más de un año de la vergonzosa actuación de quien hoy se ostenta como presidente de México; a más de un año de un fallo-dictamen de un Tribunal Electoral que suprimió los pocos avances democráticos existentes en el país; a más de un año de la televisión que no dijo nada, que no vio nada, que no notó nada y que sigue empecinada en no mencionar nada; a más de un año y la herida sigue abierta, y las ganas de seguir luchando no se apagan; a más de un año y la gente, mucha gente, un montón de gente grita que quiere un país mejor, un país democrático, un país más justo e igualitario; a más de un año y los de arriba siguen sin escuchar los reclamos; a más de un año y la esperanza pervive, y pervive porque 2006 con su fraude y un país injusto, simple y llanamente no se olvidan.



Publicado en La Jornada Jalisco el 19 de noviembre de 2007

La defensa de la riqueza energética, eje de los resolutivos en la Convención Nacional Democrática

* La lucha en favor del maíz mexicano y contra la apertura al grano de EU, en el TLC, otro de los puntos

* AMLO exigió un aumento salarial de emergencia para hacer frente a la escalada de precios

Jorge Gómez Naredo

A las diez de la mañana, decían unos carteles, comenzaría la tercera asamblea de la Convención Nacional Democrática (CND); otros ponían a las once como la hora exacta de inicio. Había desorganización, pero la gente llegaba, continuaba llegando, no dejaba de llegar. El zócalo, a diferencia de otras ocasiones, no estaba libre completamente. En una tercera parte de él se habían instalado varios vagones de tren, pesadas estructuras de metal y largos tubos de bambú: el museo de este material se inaugurará en fecha próxima. La otra parte, para las diez y media, estaba casi completamente llena. Sin embargo, por todas las calles que desembocan en la mítica plaza capitalina ríos de personas marchaban para escuchar el primer informe de gobierno de Andrés Manuel López Obrador como “presidente legítimo” de México.

Todos a buscar su pantalla y la guerra de las campanas

El zócalo, a las diez y media, no estaba completamente lleno, pero todas las calles que confluyen en él se veían repletas de simpatizantes del tabasqueño, especialmente Madero y 20 de noviembre. En las desembocaduras de estas vías se habían colocado pantallas y bocinas para que las personas que no alcanzaran lugar en la plancha del zócalo pudieran observar y oír el discurso de López Obrador. Muchos asistentes realizaron una extraña y singular operación: “todos a buscar su pantalla”. En Madero se detuvieron miles de personas, quizá cinco cuadras repletas de convencionistas. 20 de noviembre y Pino Suárez no se quedaban atrás. Y el zócalo, lentamente, se comenzaba a llenar: la gente llegaba, seguía llegando, no se cansaba de llegar. Nuevamente el movimiento lopezobradorista, a pesar de que muchos analistas políticos y periodistas lo han dado por muerto un día sí y el otro también, demostraba su viveza y entereza: cientos de miles de personas exhibían que las cosas no son como las pinta la televisión, que a pesar del cerco informativo, de no escuchar en las radios ni en las televisoras notas acerca de las actividades de Andrés Manuel López Obrador, la lucha sigue, los asistentes a las asambleas de la CND no menguan, las energías y la creatividad no se acaban.

Faltando quince minutos para las doce del día, la plancha del zócalo y cinco o seis cuadras de las calles Madero, 20 de noviembre y Pino Suárez estaban completamente llenas. De repente se escucharon las campanas de la catedral Metropolitana. Sonaron una y otra vez. No se callaban. Estruendos de campanas y más campanas. Era una especie de provocación que fue respondida pacíficamente con gritos de “Obrador / Obrador / Obrador”, “pederastas / pederastas / pederastas”, “violadores / violadores / violadores”. Más de diez minutos de chirridos de campanas fueron contestados por más de diez minutos de coros entusiastas que ensalzaban al “presidente legítimo” de México o que fustigaban los encubrimientos que Norberto Rivera ha hecho de sacerdotes pederastas. Las campanas no se acallaban y aumentaron su sonido mientras hablaba la senadora doña Rosario Ibarra de Piedra. El ruido emanado de la catedral interrumpía el de las bocinas de la asamblea. Pero la senadora no se amedrentó, pues había dicho al iniciar su alocución: “no voy a leer mi discurso: me siento mejor viéndolos a la cara”.

A defender el petróleo

La tercera asamblea de la CND estableció cinco resolutivos que fueron aprobados por unanimidad (es decir, todos levantaron la mano): movilización en contra del alza generalizada de precios; defensa de las industrias petrolera y eléctrica; lucha a favor del maíz mexicano y en contra de la apertura al grano estadounidense en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte; respeto a los derechos humanos y solidaridad irrestricta con los pueblos de Oaxaca y Chiapas.

Cuando se terminó la votación, Andrés Manuel López Obrador comenzó a hablar. Fue un mensaje enérgico que se basó en la defensa del petróleo. Pidió además un incremento salarial de emergencia y avizoró malos tiempos por venir: “enero será, si no lo impedimos, un mes negro”. Adujo que es inexplicable que México, un país que tiene un pueblo trabajador y riquezas naturales, esté sumido en la pobreza. Aplausos y más aplausos, coros y más coros, especialmente cuando López Obrador explicó que el petróleo, hoy con un precio por barril de casi 100 dólares, podría ser la palanca de desarrollo para el país y no lo es porque unos cuantos empresarios nacionales y extranjeros lo quieren privatizar, claro, con el apoyo del “pelele”, es decir, del “presidente espurio”. Nombró, dentro de la estructura del gobierno legítimo, a una comisión que se encargará de organizar la defensa de la riqueza petrolera de México. Al finalizar, entre gritos de “no estás solo” y de “presidente / presidente / presidente”, López Obrador adujo que la lucha sigue, que él está en ella y que no se cansará de seguir combatiendo por un país donde exista “patria para todos”. Y a pesar de estar ya casi terminada la tercera asamblea de la CND, la gente llegaba, seguía llegando, no se cansaba de llegar.

Comercio legítimo

La resistencia civil pacífica se inició desde el proceso de desafuero en contra de López Obrador y no ha menguado. Se han implantado varios mecanismos para conseguir recursos y continuar la lucha, uno de ellos ha sido la elaboración de productos, digamos, “legítimos”. Y vaya que se ha desarrollado este concepto: alrededor del zócalo una serie de mercancías se vendían para poder financiar la resistencia civil pacífica. Había productos de la empresa La dulce resistencia, la cual tiene 33 sabores de mermelada, 5 de cajeta, mole, nopales y más de 8 tipos de chiles. Estaban también los productos de limpieza legítima, en los cuales se podían comprar detergentes, cloro y limpia-vidrios. El vino Presidente Legítimo también se vendía: sidra y rompope de varios sabores. Y pan, pan de la marca “en resistencia” Mi general. Y la gente que llegaba, que seguía llegando y no se cansaba de llegar, iba, venía y compraba vino, cloro, pan, mermelada, etcétera.

Este comercio de productos “legítimos” busca extenderse y consolidarse poco a poco. Pero es difícil, los monopolios en el país tienen mucho poder: ganan elecciones, ponen presidentes, desprestigian proyectos de nación y desinforman a la población, además, claro está, bombardean todos los días con anuncios publicitarios a los consumidores: es un gran problema eso de los monopolios. Un señor, de unos cuarenta años, le dijo a una de las personas que vendían productos de La dulce resistencia, “imagínese, si esto lo llevamos a Monterrey, de donde yo soy, se vende rápido y hasta le sacamos un susto a los monopolios que saquean nuestra nación”. Se hizo un silencio y más de uno que escuchaba la conversación se puso a pensar, a reflexionar. Mientras, la gente llegaba, seguía llegando, no se cansaba de llegar.

Y la gente está ahí

Cada asamblea de la CND, muchos periodistas, altos funcionarios del gobierno federal, cientos de panistas y decenas de ricos empresarios desean ver a López Obrador solo, aislado, sin partido, marginado y sin pueblo: se frotan las manos y dicen “éste sí va a ser su fin”. Y se quedan con las ganas porque cada asamblea, cada marcha y cada mitin en el zócalo de la ciudad de México demuestran que el lopezobradorismo vive y se fortifica. Y es que la gente llega, sigue llegando y no se cansa de llegar. Han intentado todo: cerco informativo, provocación para descarrilar el movimiento y hacerlo violento, escisiones al interior del círculo cercano a López Obrador. Sí, han pretendido todo para erradicar al “loco” tabasqueño y, sin embargo, la gente sigue llegando al zócalo cada vez que AMLO convoca. La gente no se cansa de estar ahí cada asamblea: aunque haga frío y llueva, aunque el sol queme y no deje casi ni levantar la cabeza, la gente está ahí, con su líder, con su “presidente legítimo”. Y llega, sigue llegando y no se cansa de llegar porque el “gobierno legítimo” y Andrés Manuel López Obrador representan esperanza, una de las pocas salidas para dejar la pobreza y pensar que en el país hay futuro, que habrá un día en que no se necesite emigrar al norte para sobrevivir; una esperanza que representa felicidad y “patria para todos”. Y por eso la gente llega, sigue llegando, no se cansa de llegar.

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