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lunes, octubre 22, 2007

Opinión.- Germán Robles

Cuarta República
Germán Robles
22 de octubre de 2007



Traicionar y legitimar, todo sobre el ejercicio del poder.


Cuando la subsistencia política del PRD es la que está en juego, son los pactos y las negociaciones los que matan fraude, todo se vale, menos la legalidad para conservar el feudo amarillo.

¿Qué significado tiene el fraude electoral del 2 de julio, si muchos de quienes lo sostuvieron y argumentaron, ahora se tragan sus palabras?; ¿Qué puede quedar políticamente del fraude si en los sectores de derecha y ahora en la “oposición de izquierda” se rechaza implícitamente?

¿Qué tanto influye – el discurso o el fraude como tal- en los nuevos arreglos políticos, en la élite política tripartidista ya adentrado en el ejercicio del poder el señor “legal”? Nada, nada que influya o beneficie a los ciudadanos “representados” por los congresistas del sol azteca. Mucho, si se trata de beneficios para la élite amarilla, que con la zanahoria del fraude negocian frente a los demás partidos para sí mismos.

La cabeza de Luis C. Ugalde, a título de ejemplo, más que un avance, triunfo o aviso de recomposición de la vida del instituto electoral, fue un mérito para jugar el dedo en la boca a las bases perredistas pro obradoristas. ¿Y la contraprestación política?, la oportunidad de que el PRD negocie junto con el “prianato" una conveniente cuota de funcionarios y consejeros en el IFE, la misma asquerosa jugada del 2003 –cuando se dio la elección de consejeros electorales en la cámara de diputados con una cargada gordillista- se volverá a repetir. El IFE como botín en disputa. No sólo no hemos aprendido, no sólo el fraude electoral del 2006 dormitará en la impunidad, sino que se siguen repitiendo las mismas condiciones para nuevos y futuros fraudes.

Y es que diversos diputados y senadores, miembros de partidos que componen el FAP y en particular el PRD, después del momento clave de apoyar a López Obrador, ahora se han tragado sus propias palabras, un proceso visible desde que la corriente de los Chuchos comenzó paulatinamente a desligarse de la lealtad –oportunista- hacia la corriente obradorista, para después, hacerse valer del jugoso y enorme pastel que se les había otorgado en ambas cámaras, las migajas que López Obrador les anticipó como póliza de garantía, sin saber que con un fraude le voltearían por completo la tortilla.

Y todo parte de un principio: Sin el efecto cascada del apoyo y voto hacia López Obrador, sencillamente, la corriente “chuchista” no hubiera logrado ese record histórico de curules que los dejó como segunda fuerza en San Lázaro. Sin ese caudillismo, la bancada amarilla y la nada son lo mismo, y su nivel de votación podría esfumarse para 2009; sabedores de eso, los amarillos se desligan poco a poco de López Obrador y trabajan el plan B para su subsistencia política al amparo de PRI y AN.

Pero en política la lealtad no importa, sólo si se precisa para alcanzar el poder, ya este sobre las manos, viene la traición, la felonía, el desmarque emancipatorio como regla. Y no se trata de hacer un juicio moral, porque en política no hay buenos ni malos, las cualidades son distintas y al adversario político hay que jugarle con las reglas propias del juego, de la guerra y las que se quieran; pues la política no deja de ser la continuación de la guerra ídem.

Sí, en efecto, quienes critican y señalan la traición chuchista -que por ser ponderable, quizá el término no corresponda- no son unos puritanos; pero que en el proceso del 2007 los amarillos hayan entrado en la reedición de la “concertacesión” salinista de 1988 y a “normalidad democrática zedillista” de 1995, donde destacaron los vulgares “lombardismos y cardenismos” negociantes, no quiere decir que se haya asumido una postura nacionalista, en busca de ejercer desde la oposición una postura “posibilitista” donde la negociación intramuros esté por encima de la confrontación y la violencia política, pues se presume, la primera puede dejar mejores resultados.

Ni unos son puritanos, ni mucho menos, los otros- desde la oposición comodina- son “posibilitistas” como aquellos partidos y miembros parlamentarios de las social democracias europeas que negociaban legítimamente con el poder para subsistir y hacer la lucha política desde las urnas, pues se argüía – y bien- que no eran partidos de clase para encabezar una revolución social y proletaria. Bien, pero los amarillos no son ni lo uno ni lo otro. Son mercaderes de sus cuotas políticas al servicio de las derechas parlamentarias y financieras. Y todavía creen que nos chupamos el dedo.
PRD, jugar en la raya.

El día primero de septiembre, en lo que se suponía la ceremonia del primer "informe" de gobierno, el cuadro chuchista de Ruth Zavaleta dibujó lo que serían los trazos generales de entendimiento entre la “oposición de izquierda” y el gobierno del señor “legal”; el haber dejado entrar a Palacio a este señor quién sólo entregó el informe y dijo unas cuantas palabras, y la simulación de la salida de las bancadas amarilla y petista, fue una salida negociada, donde el entendimiento es con el señor “legal” y no con los que mandan, es decir, las bases, de facto se dió la legitimación.

Si acaso, era la negociación, mejor que los palos y la violencia, pero no se trata de eso, ni de estar en contra del diálogo; la acción del PRD significa que el sentir popular no importa, y que sólo los panchos legislativos son para guardar las apariencias en tanto que lo que se pretende es la negociación, al margen claro del obradorismo que los puso ahí.


El rompimiento en el sol azteca parece previsible y los discursos cantinflescos de los “Chuchos” y "cardenistas" en cuanto a que dicen “no reconocer la legitimidad de origen del señor Calderón, pero si reconocer su estatus constitucional y la realidad” no cazan con la realidad misma ni con el fraude cometido, del cual se dicen “indignados”. No alcanza este discurso, y el tiempo de la definición ya llegó, hoy ya no son tolerables las convenientes medias verdades de los chuchistas ni la grosera simulación “opositora” que ha logrado, lo que a partir en el otrora tiempo de diciembre del 2006 parecía imposible: la subsistencia política del señor legal, que, para como van las cosas, le alcanzarán para los próximos cinco años.

Y es que la nueva dinámica política intramuros e intraélites es la que está reconfigurando la escena política nacional, son los mismos amarillos los que le dieron al señor “legal” Felipe Calderón, la máscara de oxigeno con todo y tanque de gas. Con la imposición de las reformas fiscal, del ISSSTE –pensiones- y la proyección de la reforma del estado- en la que se incluye la reciente reforma electoral- el señor legal no sólo logró una mayoría de reformas regresivas e impensables –para los grupos de poder- en tiempos de turbulencia política, que ni el propio Zedillo logró en su primer periodo de gobierno, sino que ahora el “legal” go-bierna y es legitimado sobre el ejercicio del poder mismo.

Lo que muchos intelectuales y periodistas comodinos –que niegan facciosa y oficiosamente el fraude electoral- denominan como la continuación de la escuela de la “transición democrática de Carlos Castillo Peraza” (sic) –quién fue premiado post mortem y políticamente exhumado para el hipócrita discurso panista- del que se dice, el demagogo señor “legal” es uno de sus alumnos más acabados. Puro maniqueísmo oportunista.
Ya el señor este, paso su primer y crítico transe de gobierno pagando facturas electorales a los potentados comerciales y a los políticos de su primer círculo, recientemente con la venta de Aeroméxico; ahora buscará la coexistencia política con todos los partidos, el dominio de su propio partido el PAN, y aprovechar el ya momento justo donde los Chuchos están dispuestos a negociar y en donde en ambas cámaras tiene a buenos aliados panistas y priístas y líderes de bancada, entre los que destacan Santiago Creel y Manlio Fabio Beltrones, en el cada vez más protagonista y poderoso Senado.

Nueva dinámica que refleja mejor sus dividendos en las últimas elecciones locales, donde los gobernadores no son producto de los votos, sino de acuerdos entre las élites políticas, moneda de cambio a favor de impulso de reformas y la subsistencia política, de intercambios y privilegios pecuniarios; dinámica de arreglos previos que podría hacer a Calderón ceder el estado de Michoacán a fin de fortalecer los terruños de uno de los principales adversarios de López Obrador: Cuauhtémoc Cárdenas y con ello erosionar al propio López Obrador.

Un Cárdenas que a propósito no sólo se juega la sobrevivencia o vigencia política, sino todo el poder y dominios terrenales y energéticos, herencia del viejo régimen a su padre y demás herederos: -de Lázaro Cárdenas-, dominios y riquezas que se vieron aún más beneficiados en Michocán por la “concertacesión” salinista de 1988. Un poder “hidrocarbúrico”, hereditario y político que hace de la mezquindad, el acuerdo, de la negociación furtiva, de la traición de los principios fundacionales del partido amarillo, y del “reconocimiento de la realidad” precios bastante bajos que pagar, comparados ante las riquezas y bastiones heredados en juego. Como si fueran poca cosa.

Normalidad política que será patente de nuevos fraudes, el ciudadano seguirá sin decidir con su voto, sino que convalidará en urnas lo ya acordado por las élites; la república y los principios de libertad y soberanía importan un cacahuate, cuando con arreglos cupulares, con negociaciones, se legitima lo turbio, lo ilegal, sobre el ejercicio del poder mismo.

Razones de peso para la preocupación ciudadana, razones que orillan al propio López Obrador a una disyuntiva, la cual no tiene prorroga, pues no sólo la marginación mediática y política deben preocuparle, sino que esta dinámica negociadora -que incluso puede hacer sobrevivir parasitariamente al PRD al margen de la votación acarreada por AMLO- y donde se impulsan acuerdos clave para el futuro político del país con el señor “legal”, seguro lo tienen muy nervioso. Y no es para menos, pues su propia supervivencia política es lo que está en juego.

roblesgerman@prodigy.net.mx


::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Peje en 2007::

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