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sábado, octubre 13, 2007

Opinión.- Germán Robles

Cuarta República
Germán Robles
13 de octubre de 2007

El Viaducto López Mateos: la vía del desprecio



Otra más de las chabacanerías de Emilio González; arremete contra manifestantes, les exige propuestas, cuando impone proyectos sin consulta ni planeación adecuada.



El área metropolitana de Guadalajara y en general el estado de Jalisco sufre una aguda crisis: de una verdadera estrategia de movilidad urbana, existe un déficit -y no se diga calidad- de infraestructura pública para el paso peatonal y de transporte público. No se trata sólo de hacer la crítica simplista de que es “el Dios automóvil” el responsable; de quién hay que temer, tampoco de establecer la absurda idea de porque fluyan más rápido los automotores particulares –que constituyen más del 66 por cien del parque vehicular- se resolverá de tajo la movilidad urbana.

No, nada de eso, que tengamos serios problemas de movilidad urbana, y que en los últimos fines de semana decenas de libres manifestantes-vecinos del área de la todavía avenida López Mateos, académicos universitarios y activistas sociales- hayan protagonizado riñas y escaramuzas neuróticas con la SVyT y automovilistas en las inmediaciones del vial arriba mencionado, se debe principalmente a la acción irresponsable y excluyente de nuestra pésima y mezquina clase política jalisciense, - y concesionarios ídem del transporte público- en particular de privilegiados e influyentes que transitan diariamente por esta avenida, y que si, impusieron sus presiones.

La puntada de hacer de López Mateos un viaducto, es en respuesta a una demanda de no (tables) –dances- panistas que viven en el saturado y salvajemente urbanizado sur de la ciudad, en los nuevos y pudientes fraccionamientos en las colindancias de los municipios de Zapopan y Tlajomulco; quienes usan sus influencias para no tener que soportar –como lo hacemos los ciudadanos comunes- el intenso tráfico de esta avenida y áreas circunvecinas.

En ese sur de suburbios residenciales y guettos, donde tienen su residencia múltiples funcionarios del gobierno estatal, entre los que se incluyen a Fernando Guzmán Pérez Peláez, miembro del CHDIAC, actual secretario de gobierno –por segunda ocasión, antes lo fue con Ramírez Acuña- y residente también del fraccionamiento Cd. Bugambilias, del que al parecer surgió la chabacana idea de hacer de López Mateos una trampa peatonal, una vía o paseo recreativo de fin de semana para automovilistas, la cuál, por cierto, fue de manera vehemente suscrita bajo el amparo del gobernador de Jalisco Emilio González.

Y sí, efectivamente, de llevarse este experimento o ensayo dominical a la práctica cotidiana se reducirá considerablemente el tiempo del trayecto de miles de automovilistas que circulan por esta vía que es de vital importancia para la ciudad, ¿pero si la idea es tan extraordinaria y sin fallas, porque se tomo la decisión a espaldas de la ciudadanía?; ¿y quiénes además son los reales beneficiados? Sólo el menos del 20 por ciento de los habitantes que usan transporte privado; es decir en perjuicio de una mole de mortales de a pie que demandan un transporte público eficiente y digno, el cuál es aún ciencia ficción. El parque vehicular público que transita por dicha avenida está confinado a los carriles laterales -8 de cada diez personas por ahí transitan en transporte público- y la conversión asfáltica a viaducto conllevaría a un diseño de rutas alternas que justamente hacen agua a los carriles laterales que son los puntos de conflicto.

Pero no sólo es un problema técnico, sino político y de sensibilidad humana; es claro el desprecio que existe hacia el peatón y que se trata de una medida excluyente, de una sutil privatización vial, para el uso prelativo sin semaforos en rojo exclusivo de un sector; en el planteamiento se establece que la avenida se convertirá en viaducto y no será hasta dentro de un año que arrancará la construcción de la infraestructura peatonal, los puentes; ¿qué no es al revés? Sí, pero el peatón, entre los que se encuentran gente de la tercera edad, -y los no menos importantes discapacitados- les importan un pito; ¿Por qué? Por qué primero es la comodidad de políticos, pudientes y del sector de estúpidos con la puja del dinero, los wannabes de Guadalajara quienes son los que más transitan por los carriles centrales y la zona de López Mateos.

No fue suficiente la malversación presupuestal al dar prioridad a los pasos deprimidos en los nodos las Águilas y La Calma; contra la (no) inversión pública a la red vial del oriente de la ciudad donde residen los jodidos y contraria también a la inversión en transporte público –las administraciones panistas no han extendido ni un sólo kilómetro al sedicente de metro tapatío, sí, el tren ligero de Guadalajara-; mientras que en el D.F., Marcelo Ebrard anunció la ampliación del metro hasta en 26 kilómetros más para el siguiente año, en cambio, el gobierno xalisquillo ya pone huevo y echa la casa por la ventana al anunciar la ampliación de un enorme kilómetro de la línea 1 en su cruce de Av. Colón hacia Tlajomulco. Estupendo.

Y es que en las primeras puestas a prueba de la vía recreativa automotriz y en los primeros conatos entre manifestantes y automovilistas en el perímetro de Av. Moctezuma y López Mateos se puso en evidencia la intolerancia, un cuanto tanto de las dos partes, pero preocupa más la de los automovilistas pues tienen ventajas que el peatón no goza; cosa a parte lo lamentable de los vituperios y la intención -de muchos- de querer echar encima el auto a los peatones frente a la mirada burlona y pasiva de los agentes viales; los mismos que ridículamente convidaban a usar los puentes peatonales, los cuales son dispersos, inseguros y no cumplen con especificaciones para discapacitados.

Pero no sólo es el conflicto, sino el exceso de velocidad con la que ha sido usada la vialidad que por cierto no es autopista ni tiene las condiciones de seguridad, ni para automovilistas ni peatones para servir como viaducto o vía rápida. Lo peor es que una manifestación legítima es menospreciada por el gobierno de Emilio González, el cuál desoyó la primera –de las que seguro serán mucho más junto con recomendaciones- medida cautelar a solicitud de la CEDHJ; Emilio González, ante la manifestación, ordenó el envió de policías preventivos estatales a la zona, así como “orejas”, “fotógrafos” y demás supuestos intimidadores con licencia para amedrentar ciudadanos.

A punto estuvo de mandar a los cuerpos antimotines para desalojar a los no más de 80 “subversivos”, cuya única falta es inconformarse ante lo que es un atropello a sus derechos de libre manifestación y tránsito, y que están en desacuerdo y no se dejan gobernar por un incompetente y fanático religioso que impone proyectos desde su escritorio y a gusto de sus secretarios de despacho.

Otra más de las chabacanerías de Emilio González; así acusa a ciudadanos en los medios, arremete contra manifestantes, les exige propuestas, cuando impone proyectos sin consulta, aviso ni planeación adecuada. Fuera, claro, de toda norma metodológica a fin de gestionar toda obra pública, como la exigida desde hace más de 20 años, por el BM por ejemplo.

La misma que se exige sea aplicada, a saber de los colectivos ecologistas y el propio Colegio de Arquitectos de Jalisco, el cual se ha puesto de tapete y besamanos con las políticas públicas de los últimos gobiernos panistas en turno, tal como el demagógico y por tanto estéril plan “Gran Alianza por Jalisco” (sic). Tan grandilocuente y en conjunción con la “sociedad” que los mismos gremios afines antes mencionados, critican y desconocen la estrategia, y/o trazo alguno de planeación adecuada para tomar una medida de este tipo. La absurda medida sólo es avalada “casualmente” por la Sedeur, la SVy T, entre otras secretarias y órganos para gubernamentales.
Todo apunta a que se trato de una decisión de escritorio y unilateral, -como muchas que ya han sido previsibles- contraria al interés mayoritario y benéfica sólo para influyentes que circulan por dicha vía; una decisión sin anuncio, sin consulta, un plumazo; sólo un spot autocomplaciente de la secretaría de vialidad -como medida para el control de daños- y el palerismo de los medios electrónicos locales han venido acompañando -como respuesta a la sociedad- el déspota y grosero trato de Emilio González hacia la misma.

Un viaducto que terminará como pista hacia la carrera loca a la impunidad y la intolerancia, una trampa mortal para ciudadanos de pie que cometen el error de darles de comer -con el erario- a muchos de quienes la circulan. Ya lo veremos.

roblesgerman@prodigy.net.mx




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