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lunes, septiembre 24, 2007

Opinión - JAIME HERNANDEZ ORTIZ

Laicismo y democracia, una difícil pero necesaria relación

Hace poco más de una semana, el cardenal Juan Sandoval Iñiguez pidió, casi en tono de exigencia, que los diputados le aclararan qué se entiende por laicismo, sin que hasta el momento, ninguno de ellos, funcionario o dirigente partidista, se haya atrevido a darle una respuesta. Lejos de esto, los diputados, dando por sentada toda posible respuesta, le hicieron un homenaje por ser un personaje de “gran cultura” y “defensor” de los derechos humanos.

No hay que olvidar que hace tres años el jerarca católico había acusado a las comisiones de Derechos Humanos de servir a intereses extranjeros, y en cuanto a los defensores, era mejor que “rodaran sus cabezas”.

Sin embargo, en otro lado se dieron diversas expresiones sobre lo que es el laicismo y su importancia, como uno de los más grandes valores ciudadanos e indispensable para toda sociedad democrática.

De esta forma, el pasado jueves 20 de septiembre se realizó en el auditorio Salvador Allende, de la Universidad de Guadalajara, un foro denominado Estado laico y sociedad, revisión del legado liberal, en el que se abordaron desde diversos ángulos los graves riesgos y peligros para la ciudadanía en general que el Estado mexicano pierda su sentido laico, permita la intolerancia religiosa como actualmente sucede y que acepte, bajo las presiones del clero católico, modificar el artículo 24 constitucional.

El evento, organizado por el Foro Intereclesiástico Mexicano (FIM), destacó en su conjunto la necesidad de defender al Estado y la educación laica, impulsar con mayor claridad la separación Estado-iglesias, combatir la discriminación y alentar el pluralismo religioso y político.

El clero en armas

En el evento, el investigador Sergio Alberto Campos Chacón, del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, señaló que “la religión mayoritaria ha dado muestras de intolerancia hacia concepciones distintas a la suya, generando tensión social generalizada, sea de manera directa o indirecta, o refleja, particularizando por medio de agresiones incluso física a las personas y sus familias de religión distintas al punto de desplazamiento físico de sus comunidades”. Con ello, añadió, “se lesiona el principio de igualdad formal y se arremete contra el derecho fundamental de pensamiento y creencias, que se encuentra en la propia Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación”.

Por su parte, Edgar González Ruiz, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana, señaló que “en México, el Estado laico está amenazado por la llegada y permanencia en el poder del Partido Acción Nacional, dadas las tendencias católicas conservadoras predominantes en ese partido. Por ello, cotidianamente, funcionarios del gobierno federal y de las administraciones estatales y locales del blanquiazul cuestionan con sus hechos la separación entre el Estado y el clero. Con Calderón, los ataques al Estado laico han incluido la presencia de fuerzas militares en eventos políticos religiosos, además de que jerarcas católicos intervienen con toda libertad en los asuntos políticos”. Lo anterior, dijo, “se ha traducido en hechos que en México no hemos conocido en mucho tiempo como la injerencia del clero en los cuerpos represivos”.

Por su lado, Rigoberto Mata Medina, presidente del FIM, señaló que “no podemos hablar de laicidad sin dejar de pensar en sus agresores, sobre todo en el principal de ellos, que desde la separación Iglesia-Estado busca embestir al Estado laico de una manera destructiva, y busca incidir en las legislaciones de los países latinoamericanos, en clara referencia a México, con una retórica engañosa, diciendo que en estos países se limitan a conceder únicamente libertad de credo y culto, pero no reconocen la libertad religiosa, utilizando imprecisamente las palabras “libertad religiosa”, con la esperanza de nulificar los logros del valioso legado de Juárez y la Revolución Mexicana”. Por ello, añadió, “pretenden recuperar esa libertad en el sentido que ellos la conciben, que es verse favorecidos en recuperar su imperio perdido cuando gozaban de injerencia en asuntos públicos, la participación en medios de comunicación, la instauración de capillas y obispos castrenses del Ejército mexicano, y la que más extrañan y ambicionan es la impartición de educación religiosa en las escuelas públicas”.

Héctor Guillén Tamayo, de Redes Laicistas del Perú, denunció que en su país, durante el gobierno de Alberto Fujimori, y a espaldas de la Asamblea Legislativa, se firmó un concordato con el Vaticano, por medio del cual el obispo es quien autoriza qué maestros deben impartir clases de doctrina con cargo al erario público, además de que se paga a sacerdotes sueldos equivalentes a ministros de Estado, hechos que ha ratificado el actual presidente, Alan García.

Postura congruente

Los ponentes exhortaron defender el Estado laico, la eliminación de los prejuicios aún existentes sobre los grupos religiosos minoritarios, denunciar ante autoridades, medios y opinión pública los casos que se presenten y, sobre todo, promover que la educación pública siga siendo laica.

Precisaron que ante la pretensión de la jerarquía católica de modificar algunos artículos de la Constitución, asumen como postura, entre otros puntos: “1.- Que se eleve a rango constitucional la laicidad del Estado; 2-. Que siga como hasta hoy el principio histórico de la separación del Estado de las iglesias; 3.- Que se mantenga vigente la educación laica en las escuelas públicas, respetando el artículo 3º constitucional; 4.- Que se garantice la libertad religiosa y de creencias, dentro del marco actual del Estado laico; 5.- Que continúe la prohibición expresa de ministros de culto de no intervenir en asuntos políticos”.

Ante la devastación actual de la República, la reconstrucción de la democracia no se dará sin el laicismo. Es más, ni una sin la otra.

::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Peje en 2007::

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