El grupo oligarca multinacional TLCAN-NEOCON que llevó a cabo el sofisticado fraude electoral que impuso en la presidencia la figura de Felipe Calderón, nunca imagino que el “remedio”, administrado para continuar manteniendo a México maniatado en el sistema de libre comercio, podía provocar que el país despertara del coma de la globalización para reivindicar un renacimiento patriótico de acuerdo a los verdaderos sentimientos nacionales.
Nunca imaginaron que el control dictatorial de los medios de comunicación sobre la llamada opinión pública, pudiera ser vulnerado con las movilizaciones populares autosustentables en el rescate de las causas nacionales. Este clima patriótico en las entrañas de la nación, que se confirma a cada día en las giras, municipio a municipio, de Andrés Manuel López Obrador, esta formando una nueva conciencia nacional que tiende a materializarse en el derrocamiento del sistema político que se corrompió a lo largo de los últimos 25 años. Derrocamiento de la vieja y emergencia de una nueva república que restablezca los principios del bien común y la justicia universal para todos los mexicanos.
Casi 100 años atrás México fue escenario de la primera revolución social del siglo 20, una revolución que costó la sangre de millones de compatriotas, pero mostró que la era del colonialismo, iniciada a mediados del siglo 17, no tenia mas razón de existir, porque la humanidad había desarrollado los medios físicos para eliminar la miseria de la faz de la tierra. De hecho el movimiento de repudio al colonialismo en África, Asia y América Latina se puso en marcha a partir de la Revolución Mexicana.
La emergencia de la cruel utopía milenarista del socialismo real y más tarde la Guerra Fría perpetuaron, a pesar del enorme desarrollo económico de la post guerra, un sistema colonial que funcionaba con dos brazos por debajo del manto de una lucha ideológica. A esto llamaron condominio de Poder Mundial. Más tarde la esperanza que surgía con la caída el Muro de Berlín, a casi 20 años atrás, fue frustrada por la imposición de una política de globalización financiera sustentada en gran medida por intervenciones militares unilaterales que parecerían ya superadas en la historia universal.
En México el sistema de justicia social llegó a su fin a partir de la presidencia de Miguel de la Madrid y su truculento rasputín Carlos Salinas de Gortari que a su nombre estableció un sistema que combinó liberalismo económico con un aparato de crimen organizado que tomó por asalto las instituciones nacionales. Este aparato lo vimos actuando en toda su plenitud durante el fraude electoral de julio de 2006. Pero ese fraude no respondía apenas a las ambiciones y codicias de los grupos de poder del sistema salinista, sino a la necesidad del sistema neo conservador de evitar turbulencias políticas que pusieran en riesgo el sistema de libre comercio y su estructura de poder. Hoy es incuestionable el declive estratégico anglo-americano evidenciado en el fracaso militar en Afganistán e Irak. Por eso una derrota política en México tenía el potencial de constituirse en un cohete en la popa del trasatlántico neo conservador. Esta realidad le otorgo una característica universal al pleito electoral en México.
Si bien lograron evitar su victoria electoral, las operaciones que violaron la voluntad popular no lograron eliminar políticamente a López Obrador, y tuvieron el efecto contrario pues lo proyectaron como figura política con el cual no tendrán mas condiciones de negociación, al mismo tiempo que entre las manos se les desmoronara la pequeña figura de Felipe Calderón.
Este proceso político en el que un viejo sistema caduco muere para dar paso a uno nuevo puede transcurrir a través de una revolución pacifica que sea nuevamente ejemplo para el mundo. Es esta la responsabilidad que tiene este nuevo despertar patriótico de México.
Julio de 2007
México, D.F.: marivilia@yahoo.com.mx;
www.msia.org.br
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