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jueves, mayo 24, 2007

PRD: Refundación o Disolución.

Este agudo análisis, efectuado en Agosto del 2000, sigue teniendo vigencia el día de hoy en sus planteamientos, por lo que lo reproducimos tal como fue emitido en la página on-line del PRD : http://www.geocities.com/encuentropress/bol0800.html.

Por : Miguel Contreras Montoya.
El resultado del proceso electoral federal del presente año, expresa el grado que pudo alcanzar en los electores que fueron a votar, el examen a todas las fuerzas políticas actuantes en la vida nacional, examen que incluye cuestiones de forma, fondo, e interrelación con la sociedad en pleno.

El PRD -y como si los ataques del sistema en voz y acción de PRI y PAN no fueran suficientes- exhibió otra vez el dilema en el que se debate: proclamar postulados de vanguardia para transformar el país a favor de las mayorías, por un lado; y cultivar la intolerancia y antidemocracia en su vida interna por otro, en una reedición más del guión de decires y haceres que no se corresponden, que tanto le han dañado, y que nos obligan a referirnos a dos PRDs, el formal, autodefinido en los documentos básicos, y el real, cuyo perfil se define todos los días, con la práctica de los hombres y mujeres que lo integran.

Esa imposible amalgama, al parecer empeñada en mantener "en sus entrañas el germen de su propia destrucción", en mucho debe la distorsión de su vida interna, a la que experimentan las -por cierto- necesarias corrientes de opinión, caldo de cultivo en el que han proliferado apetitos de poder, celos, soberbia, clientelismo, pragmatismo extremo, individualismo, oportunismo, etc. y cuyo mayor engendro es llevar la contradicción entre el ser y el decir ser, al plano de entrampar la relación dinámica que debe existir entre las vías políticas, por un lado, y el marco normativo partidario por el otro.

El 2000 otra vez estrujó nuestra esperanza, ahora por una alternancia que nada cambia en esencia, y que fue decidida en la cúpula del poder económico, ése que no conoce fronteras ni se ata a siglas o personeros. He aquí mi visión del recuento de los daños, sistematizando datos, y formulando mis reflexiones:

Éstos son los números:
1.- En la elección federal de 1997, el PRD obtuvo 70 diputaciones de mayoría relativa, en 11 entidades federativas; en la de 2000, sólo ganamos 28 en 9 entidades. Ganamos presencia en nuevas entidades, y ahora tendremos diputados federales por Baja California Sur (1), Tabasco (2) y Zacatecas (2); pero perdimos los de Chiapas (2), Guanajuato (1), Morelos (3), Sonora (2) y Tamaulipas (1). Mi comparación es entre 1997 y PRD, con 2000 y Alianza por México, de lo que resulta la pérdida de al menos 60 % de diputaciones federales de mayoría en tres años.
2.- En el plano de los diputados de representación proporcional, perdimos en todas las circunscripciones plurinominales (5), con relación a lo conquistado en 1997, pasando de 58 a 40, en una pérdida del 31.04 %.
3.- Mientras en la LVII Legislatura, el Grupo Parlamentario del PRD tenía más del 25 % de la Cámara Federal de Diputados; para la LVIII Legislatura, recién electa, seremos 13.6 %, y esto si se cuenta a todos los diputados de la Alianza por México.
4.- Sobresalen las caídas en el Distrito federal y Estado de México, perdiendo 22 y 12 diputaciones de mayoría (76 y 80 %) respectivamente, así como la notable resistencia michoacana.
5.- En la Cámara de Senadores pasaremos de 15 senadores perredistas que actualmente tenemos, a 16 de la Alianza por México en la LVIII Legislatura.
6.- Democracia Social y el Partido de Centro Democrático, neonatos y casi sin recursos, nos ganaron una franja del electorado, pues sus votos sumaron, en la elección de diputados plurinominales, 23, 20, 7, 28 y 13 % de nuestra votación; en la I, II, III, IV y V circunscripción, respectivamente.

Éstas son mis interrogantes y reflexiones:
1.- ¿Por qué la paradoja de que en un país con más de 60 millones de pobres, nosotros, que decimos ser su voz, no tuvimos respaldo en las urnas?.
2.- ¿Por qué triunfó -y sin necesidad del albazo zedillista- el mejor gallo del neoliberalismo y la derecha, responsables de haber generado tanta pobreza y tanto pobre?: otra paradoja.
3.- ¿Por qué el PRD, que en 97 ganó la Capital del País, y más legisladores que Acción Nacional; que luego participó del triunfo en Zacatecas, Tlaxcala, Baja California Sur y Nayarit; cedió su lugar al PAN en la disputa real por la presidencia de la República?
4.- En marzo de 99 nos mostramos incapaces para organizar y respetar una elección de dirigentes, y reproductores de la cultura de fraude que al PRI le criticamos, lo que profusamente fue difundido por los candidatos -unos más que otros- en esa curiosa dualidad de acusados-acusadores.
5.- Luego, el borrón y la cuenta nueva, el acuerdo en las alturas, el carpetazo al asunto, con un marcado desdén por el análisis y el necesario fincamiento de responsabilidades con la participación de la base.
6.- Con esos antecedentes, el Partido fue más obstáculo que respaldo a una campaña que requería de estructuras organizativas sólidas y funcionales, y se situó al margen del proceso electoral, incapaz para enfrentar sus retos.
7.- El equipo de campaña en un hermetismo total, canceló con sus desdenes la oportunidad de suplir -apoyado en comités ciudadanos- sus deficiencias.

Y ésta es mi propuesta:

1.- Validar al interior las corrientes de opinión, y aún los grupos de poder, no debe derivar nunca más en una confederación de tribus hostiles entre sí, que se disputan -y reparten- al Partido.
2.- Los liderazgos unipersonales -por buenos y nobles que sean- deben tener como único espacio para su legitimación, la contribución que hagan a favor del fortalecimiento de la vida institucional del PRD.
3.- Se debe concretar un acuerdo entre los liderazgos reales del Partido, para reconocerse entre sí, y para hacer valer la institucionalidad partidaria.
4.- Impulsar un proceso de reforma partidaria que involucre la participación de las bases y revise -para rectificar- desde la norma que rige la vida interna, ética, estructura, y nuestra política de inserción en la vida nacional.

Sobre esas bases, podemos tener esperanza razonable de supervivencia como la opción de izquierda en el espectro político mexicano, y el "beneficio de la duda" del que tanto hoy se habla, define su horizonte en el tiempo: Si de aquí a marzo de 2001 no se cumplen esos dos puntos, el congreso que para entonces esperamos pueda refundar al PRD, derivará en evento formal de su disolución

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