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viernes, abril 27, 2007

Opinión - Miriam Vidriales

Lo que nos dejó el aborto

Publico

Hoy viernes 27 de abril de 2007 es un día de cambio radical en nuestro país. A partir de hoy, la ley de la capital de México permitirá a las mujeres que así lo deseen interrumpir un embarazo antes de las doce semanas de gestación. Este hecho sin precedente, que muchas en este país creíamos imposible dada la retrógrada influencia de la Iglesia en nuestra supuesta vida laica, se da luego de una politizada discusión que dejó lecciones fundamentales para los ciudadanos de este país.

Una tiene que ver con las trampas de la democracia. Esto del aborto, estemos a favor o en contra, fue un agandaye y está lejos, lejísimos de ser resultado de un crecimiento democrático de nuestra sociedad. Si no fuera porque en la Asamblea del Distrito Federal hay una abrumadora mayoría de políticos que se dicen de izquierda, esta ley nunca habría sido una realidad. Si no fuera porque los políticos de izquierda y de derecha aprovechan cualquier oportunidad para tirarse los platos encima y encontraron en el del aborto un terreno fértil para generar un debate mayúsculo y polarizante, este tema no habría trascendido. Y si en tres años, cuando vuelva a haber elecciones, el juego cambia y son mayoría los que se dicen de derecha, intentarán, qué duda cabe, derogar la ley.

Otra tiene que ver con el papel de las mujeres en nuestra sociedad. Como pocos temas, éste sacó a relucir la visión tremendamente retrógrada que se tiene de las mujeres y el derecho sobre su cuerpo en México. Los argumentos de los hombrecitos de derecha, con Serrano Limón a la cabeza, y los curas de la Iglesia católica son harto conocidos y no asombra su ridiculez. Lo que sí debe asustarnos son los ecos de esas opiniones en boca de nuestros vecinos, esposos, novios, amigos, compañeros de trabajo, maestros, patrones. Las mujeres tenemos que aprovechar la visibilidad que deja este tema y pugnar todos los días por acabar con esta visión, de la que nacen en muchas ocasiones el maltrato y la violencia.

La tercera lección tiene que ver con el papel de la Iglesia católica en nuestra vida pública. A pesar de la estridencia de los argumentos del clero, o quizá por ella misma, sus posturas resultaron desfasadas de la realidad de la mayoría de los habitantes de este país que se dice mayoritariamente católico. Los especialistas dicen que esto es resultado de un desgaste que ha redundado en que la mayoría de las personas ajuste su acercamiento a la religión a lo que le resulta más conveniente o práctico, y no a lo que dictan los sacerdotes desde sus tribunas. Eso habla del espíritu de nuestros tiempos, y es un aviso, para nosotros ciudadanos laicos, de que en los tiempos que corren es urgente aprovechar las ventanas que se presenten para debilitar la teocracia, cualquiera que sea su profesión de fe, y lograr que aleje cada vez más de nuestra vida pública, para que esta vida sea abierta, incluyente e igualitaria para todos. Amén.

mvidriales@gmail.com

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