Páginas

::::

jueves, abril 19, 2007

BOLIVIA. CASIMIRA RODRIGUEZ

guadalupe gómez quintana

México, D.F., 18 de abril (apro-cimac).- Casimira Rodríguez vivió desde su infancia el colonialismo y la marginación. De ahí provienen sus conceptos sobre la justicia y las leyes que tanto molestaron a doctos y abogados durante el año que trabajó como Ministra de Justicia de Bolivia.

De esa experiencia de vida procede también su estrategia para sobrevivir en el mundo de la política, tan lleno de conflictos y resistencias, en el cual "hay que ir fortaleciendo a las mujeres", incluidas las trabajadoras del hogar y las mujeres indígenas, porque "aún dormimos con el enemigo".

--¿Cómo se establece la relación en Bolivia entre las mujeres dedicadas a la política y los políticos?

--En Bolivia tenemos hermanas mujeres en espacios políticos (diputadas, senadoras, constituyentes), pero a pesar de la poca experiencia, aprendemos acerca de cómo es el gobierno, de bloqueos, de reglas con requisitos, de leyes armadas de tal manera de que no se puedan aplicar o para que no cambien nada. Pero somos aún muy sensibles a todo ello. Estamos durmiendo con el enemigo. Pero el hermano Evo reconoce la importancia de las mujeres en la política y por eso dice "si no fuera por las mujeres, hubiera metido la pata". Las mujeres en la política tenemos más sentido humano.

--¿Cuándo se dio cuenta de que quería trabajar en beneficio de las trabajadoras del hogar?

--Cuando era dirigente del sindicato de trabajadoras del hogar, vi a una joven trabajadora en la calle y le repartí un volante. Me entró la fiebre por conversar con ella. La invité para el domingo y me dio las gracias. Señora, me dijo, pero no sé leer, no entiendo qué dice aquí. Era una flor, muy simpática. Y entonces me dije; "cuánto tenemos que hacer por nuestras hermanas".

“También me sucedió cuando estaba trabajando en casas y no hay oportunidad de trabajar bien, porque te bloquean. Y dices ya no quiero estar en este espacio. O cuando te dicen que no sabes hacer algo bien, o te discriminan.”

--¿Cómo se recuerda de niña, tenía conciencia de su marginación?

--En mi comunidad se acostumbra el "pongueaje", que es el trabajo de servidumbre por turnos para los terratenientes. A ellos se les dice papá o mamá. Me daba rabia que mis papás llamaran así a los terratenientes, yo decía "pero si tienen a su papá y a su mamá, por qué les llaman a ellos así". Además no los dejaban pastear y nos correteaban. Me daba una bronca...

"Una vez llegaron los terratenientes a la velada de un santo. En mi comunidad casi no hay dulces, no existen. Y cuando iban a una velada acostumbraban llevar dulces para niñas y niños. El terrateniente me quería cargar, yo creo que me vio una niña atractiva, pero yo no me dejé y me agarré a la pollera (falda) de mi mamá y no me solté, no me dejé alzar. Y el señor se enojó.

"En otra ocasión, cuando cosechábamos la papa, seleccionábamos la mejor para el patrón. Yo tenía un aguayo y picota para cavar. Las niñas sólo podíamos recoger lo que dejaban los grandes e íbamos detrás de ellos. Pero yo me fui enfrente a recoger las mejores papas. Asusté a mi mamá por mi atrevimiento. Esas fueron mis primeras reacciones."

--¿Qué me dice de su familia, cómo reaccionaron ante su participación en la política?

--En medio de la pobreza, lo mejor fue el cariño de mis papás y hermanos. Luego, ya en el Ministerio, mi mamá se preocupaba mucho de que estuviera yo en el espacio político y no le gustó el cambio de ciudad. Mi padre murió, caminé con él hasta los 6 años. Me trataba de enseñar el rol de la mujer. Pero yo no era buena servidora en la cocina. Era rebelde.

Pan, salud, educación…

--¿Y cuál fue su idea de la justicia, como ministra?

--La justicia no son grandes conceptos, no necesita de ellos. La justicia es para que tengamos pan, salud, educación. Para que no tengamos privilegios, para que podamos resguardar nuestros recursos naturales. Mi propuesta fue dar otra cara a ese Ministerio, que siempre estuvo administrado por abogados. Eso era un sopapo diplomático, quería descolonizar el espacio. A un viceministro de mentalidad conservadora no le cupo en la cabeza que yo fuera su jefa. Reaccionó con cinismo, portándose como sabio. Fue muy difícil para mí. Propuse un viceministro de transparencia, porque la corrupción es un problema muy grande, otro de derechos humanos, otro de justicia comunitaria y otro de género y generacional. Además, cuatro comisiones y consejos. Pero todo eso se hizo en medio de conflictos, de resistencias.

--¿Cree usted en las leyes?

--Depende de si se cumplen y se aplican. Pero quienes las administran las aplican como quieren. Por ejemplo, la Ley de Trabajadoras del Hogar. Con la nueva ley, muchos abogados y empleadores empezaron a aplicar la Ley General, para evadir la nueva que tiene más garantías y derechos para las trabajadoras. La administración de justicia no responde y la gente se queja. Los plazos se vencen, porque la ley está enmarcada en plazos, que se alargan. Tiene un lenguaje diferente, es como el lenguaje de la química o del álgebra.

--¿Cómo incluye la justicia de los pueblos indígenas con el derecho positivo?

--Hay que rescatar la justicia consuetudinaria, recobrar sus valores creativos, rápidos, que no cuestan, la justicia participativa, la justicia comunitaria. Del otro lado, del derecho positivo, hay mucha preparación, pero no hay resultados. Ante ello se enfría el estómago. Pero la justicia indígena no castiga con la cárcel. Del otro lado sólo hay cárcel y separación de la familia. Es necesario en algunos casos coordinar las dos justicias, pero que no estén en paralelo, sino que de ambas se junte lo mejor.

--¿Cómo es la vida de una mujer en el escenario político, existe acoso por parte de los hombres?

--Para crecer como líder he tenido que congelar la posibilidad de ceder a invitaciones de mis compañeros. Para que no se den el lujo de decir que me fui a bailar con ellos. Pero yo no tenía tiempo de relacionarme con otros, porque estábamos en un ritmo de correr desde las 5:00 de la mañana hasta las 11:00 de la noche. Además, cuando una mujer llega al espacio político, ejerce el papel de esposa, autoridad, madre y luego hasta se preocupa de lo que el jefe quiere. Pero yo no me he prestado a ello. Desde mi organización hemos hecho siempre trabajo comunitario.

--¿Cuál es su opinión de los movimientos sociales e indígenas en México, como los de Oaxaca y Chiapas?

--Los movimientos indígenas, sobre todo el del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se han dado a conocer, han trabajado para darse a conocer. Estamos iniciando un momento en que cambian los escenarios de lucha. En ese sentido, Bolivia representa una esperanza para otros países y movimientos, para los grupos de mujeres. El movimiento boliviano va madurando y dando esperanza a los que no han tenido voz. Es para sumar esfuerzo, porque para los que no tienen voz es un doble esfuerzo.

--¿Cómo ve el movimiento indígena boliviano la candidatura de Rigoberta Menchú para la presidencia de Guatemala?

--Desde Bolivia ella se ve como un símbolo importante. Sobresale a nivel internacional. Ella ha estado en contacto con los mensajes de paz. Ese es su esfuerzo. Sin embargo, su candidatura es una manera de iniciar la maduración del espacio político y eso llamará a las y los indígenas a la reflexión. No nos damos cuenta de cuánto nos jugamos como país en cada elección. Esa es una oportunidad. Ella no defraudará la esperanza de las mujeres de Latinoamérica, para que no sigamos regalando nuestros votos.

--¿Ha pensado en ser presidenta de Bolivia?

--No lo he pensado. Pero hay que ser buen jugador porque la política tiene a ratitos gambeteadas, como el futbol. Una puede tener mejores deseos, pero harto falta educar a la gente para que no piense en el poder a través de sus intereses personales y sus ambiciones. Me da miedo la política. Pero hay que ir fortaleciendo a las mujeres. Hay que ver la historia para darnos cuenta que los votos muchas veces se compran y votamos, a cambio de algunos regalos, por quienes han vendido al país.

No hay comentarios.:

radioamloTV