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sábado, marzo 31, 2007

Opinión - Fernando Acosta Riveros

Gabriel García Márquez, exiliado político en México

Jornada Jalisco

El cuentista, escritor, lector narrador, novelista, patriota, periodista y político colombiano, Gabriel García Márquez, continúa recibiendo homenajes en Aracataca, Barranquilla, Bogotá, Cartagena, ciudad de México, La Habana, Lima y otras ciudades de nuestra América en este 2007 cuando celebra sus 80 años de vida, las cuatro décadas de su novela Cien años de soledad, los 25 años del Premio Nóbel de Literatura, que coinciden con una etapa de su exilio político en México, donde además recibió también en 1982 la Orden Aguila Azteca, por parte del gobierno que presidía José López Portillo y Pacheco, gobernante mexicano que se destacó por su solidaridad con los pueblos colombiano y salvadoreño en la década de los ochenta.

Durante la última semana del mes de marzo de 1981 la emisora Radio Programas del Perú interrumpió su transmisión musical para entregar un boletín de noticias urgente donde informaba que “Gabriel García Márquez autor de El coronel no tiene quien le escriba, pidió asilo político y protección en la Embajada de México en la ciudad de Bogotá”.

Los principales diarios peruanos, El Comercio, La Prensa y Marka, destacaron la nota al día siguiente y en las columnas de opinión, comentarios radiofónicos y en los programas de la televisión peruana, un grupo de colombianos y suramericanos observábamos imágenes y entrevistas con escritores, periodistas y diplomáticos que ofrecían su respaldo al cronista del diario colombiano El Espectador, rotativo donde publicó por primera vez, El relato de un náufrago.

Mil novecientos ochenta y uno (1981) fue un año en que el gobierno del entonces presidente colombiano Julio César Turbay Ayala, aceleró la represión contra los disidentes y entregó a los militares, a través del general César Camacho Leyva, el control del país, mientras en Estados Unidos se hablaba de las grandezas del sistema democrático colombiano y su bipartidismo liberal-conservador.

El Espectador, periódico considerado como “el mejor del mundo”, por Gabriel García Márquez ofreció su respaldó total al novelista y continuó en la línea de promover los derechos humanos y denunciar las amenazas, atrocidades, crímenes y torturas cometidas por los militares contra civiles, a quienes acusaban de pertenecer, auxiliar o simpatizar con el Movimiento 19 de Abril, expresión bolivariana insurgente del siglo 20 colombiano. En el transcurso de la presente semana y con motivo de realizarse en Medellín, Antioquia y Cartagena de Indias, Bolívar, Colombia, el IV Congreso de la Lengua Española, García Márquez, recibió numerosos homenajes por parte de políticos, escritores, colegas, lectores y público en general que disfrutó una fiesta cultural donde hubo música vallenata (del Valle de Upar) en las calles de la capital bolivariana en el Caribe suramericano.

Gabriel García Márquez ha sido recordado y celebrado por sus aportes a la literatura colombiana y de nuestra América. También se le expresa una vez más gratitud por ser un auténtico promotor de la paz en el país que lo vio nacer y donde ha presenciado acontecimientos dramáticos, como los sucesos del llamado Bogotazo, ocurrido en abril de 1948, que recordó hace unos años con periodistas cubanos y colombianos, mientras asistía en compañía de su amigo, Fidel Castro Ruz, compañero presidente, a la presentación del libro Todo el tiempo de los cedros en el municipio de Birán, provincia de Holguín, en el oriente cubano.

La revista Alternativa de Colombia era dirigida a fines de los años setenta del pasado siglo 20 por García Márquez. Desde ese foro editorial que se imprimía en Bogotá y se distribuía en las principales ciudades colombianas se promovía el diálogo y la unidad de la izquierda en la búsqueda de un país fraterno y justo, donde “podamos disfrutar de la alegría del vallenato”, como coincidían Jaime Bateman Cayón, comandante del Movimiento 19 de Abril (M19) y Carlos Toledo Plata, figura política de la organización bolivariana, asesinado a traición durante el gobierno de Belisario Betancur Cuartas, luego de acogerse a la ley de amnistía.

García Márquez en su año 80 continúa aportando a la literatura, a la cultura, a la paz y a la amistad entre los pueblos. No es raro que todavía se ofrezca como intermediario en los diálogos entre la insurgencia camilista del Ejército de Liberación Nacional y el gobierno de Alvaro Uribe Vélez desarrollado por etapas en la capital cubana con asistencia de comandantes guerrilleros y representantes de la autoridad colombiana. Las autoridades de Colombia, envueltas en graves sucesos de narcoparamilitarismo han querido aprovechar los festejos del IV Congreso de la Lengua Española para promoverse y repetir a los cuatro vientos que “Colombia es una auténtica democracia”. Nadie lo cree y no se puede tapar el sol con un dedo. Afortunadamente uno de los personajes más celebrados durante este cuarto encuentro a favor de la lengua española, Gabriel García Márquez, sabe que en Colombia, la democracia es una utopía y la democracia inspirada en el modelo de intervención estadunidense es pura basura, miseria y dolor.

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