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viernes, marzo 30, 2007

Lencería erótica vs. aborto

martes, 27 de marzo de 2007

Por Ricardo Andrade Jardí

Cuando los grupos de fanáticos católicos expresan su voluntad de defender la vida en todas sus formas, habría que recordarles su lamentable ausencia en las manifestaciones contra la visita del asesino terrorista G.W. Bush a nuestro país, toda vez que esa era una auténtica ocasión para demostrar la “verdad” de su discurso.

El falso debate que pretenden dar para justificar su oposición a la ley que permite el aborto, se contradice, toda vez que defiende el supuesto de un hecho que no ha sucedido (el aborto) con su silencio cómplice contra el asesinato sistemático de cientos de civiles en Irak, lo que incluye niños y niñas y bebés y bebitas, con silencio cómplice contra la impunidad de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez y eso por mencionar solamente dos ejemplos.

La defensa de la vida no puede restringirse al supuesto de un hecho que no ha sucedido. Pero poco o nada podremos esperar de grupos como ProVida encabezados por un sujeto que gasta millones del dinero público en lencería erótica.

La doble moral del discurso conservador con relación al aborto pretende desviar la atención del hecho fundamental de salud pública, que involucra a los charlatanes abortistas tan útiles al sistema político, al que lo mismo le da que mueran de diarrea, por falta de agua, los niños.

La doble moral del discurso conservador pretende desviar la atención de los varios cientos de mujeres, en su mayoría católicas, que se ven obligadas por la realidad existente a abortar en condiciones infrahumanas.

El pretendido discurso antiabortista se pierde en las contradicciones de sus no acciones y de sus criminales acciones.

Respetable podría ser la oposición de uno o varios grupos a la ley que permite el aborto, si los mismos fueran opositores al inmoral salario mínimo que gana la clase trabajadora y que pone en riesgo la vida y la salud de millones de personas nacidas con nombre y apellido; opositores ante la sistemática explotación de niños que son obligados a trabajar desde temprana edad y que mueren en nuestro país en condiciones de pobreza extrema muy por debajo de los países más pobres de µfrica; y si estuvieran en contra del crimen que significa que cientos de ciudadanos mueran por enfermedades curables porque están fuera del sistema de salud pública.

El discurso de los fanáticos grupos religiosos que pretenden defender la vida a partir del supuesto homicidio que se supone el hecho aún no consumado, no deja de ser un ejemplo lamentable de la enajenada doble moral de una sociedad incapaz de defender de forma real el derecho a la vida. Incapaz de defender el derecho a una vida digna en un país donde las principales causas de muerte se fomentan desde la corrupción misma de las instituciones, que hoy se suman al linchamiento de aquellos que por convicción y congruencia han entendido que la vida hay que defenderla, no desde el supuesto de un hecho, sino desde el hecho concreto mismo.

Miles de mujeres en nuestro país enajenado acuden a la práctica del aborto y cientos mueren por la falta de atención higiénica y efectiva de dicha práctica.
¿Dónde estaban los ProVida cuando cientos de niños morían de epidemias controlables en la sierra mexicana, durante el sexenio foxista, mientras el Secretario de Salud se postulaba para dirigir la OMS? Acaso comprando lencería erótica.

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