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jueves, noviembre 16, 2006

¿Que hacer con el nacionalismo revolucionario?

La Cuarta Repùblica.
16-nov-06
Germàn Robles Castañeda.

¿Que hacer con el nacionalismo revolucionario?

El pròximo lunes 20 de noviembre (en el marco de toma de protesta de nuestro Presidente electo y legìtimo AMLO) se cumplirà el 96 ° Aniversario del inicio de la revolución mexicana; a casi ya un centenario de esta impronta de carácter nacional; surgen varias preguntas, entre ellas la relativa a si hoy a casi cien años la revolución, sigue teniendo la misma fuerza, pujanza y vigor; evidentemente no; más bien la pregunta sería hasta que punto se quedo congelado el ideario revolucionario en nuestro país; otra pregunta sería si se puede hablar aún de "nacionalismo revolucionario" en el contexto actual; ¿llegaremos al primer centenario con mucho por celebrar o con deudas aún pendientes?, ¿celebrar significa un mero reconocimiento de una efeméride calendarizada o es la reafirmación, la vigencia creativa de un espíritu de fuerza y lucha?

Las revoluciones sociales, gusten o no son cíclicas; no es que sean o no necesarias como muchos temen y se cuestionan; es que más bien las revoluciones son inevitables; la nuestra en particular fue muy costosa, larga y todavía sufrimos en forma importante sus secuelas; ¿pero vale la pena hundir las causas revolucionarias so pena de no hundir los costos económicos que ella conlleva? Esa es una gran disyuntiva que divide la opinión pública; pero así como la revolución francesa, la bolchevique y la que nos ocupa la mexicana, el factor común denominador es la rúbrica maquiavélica de que el fin justifica los medios; y más aún si se trata de los fines sociales.

Haciendo historia esta revolución fue un golpe de estado a consecuencia de la dictadura de más de tres décadas de Porfirio Díaz al frente de la presidencia de México; tras la falta de democracia; la sojuzgación política y económica de los amplios sectores de la sociedad en particular la agrícola que en ese momento significaba cerca del 85% por ciento de la población, la falta de poder y equidad gubernamental por parte de las clases medias (talón de Aquiles del régimen de Díaz) fueron elementos claves que fueron fundiendo un nueva conciencia política en donde sólo una revolución cambiaría el futuro del país después de 30 años de dictadura cuasi imperial, en donde las constantes era la violación de derechos humanos, homicidios políticos, falta de garantías y derechos individuales; todo para sostener un modelo de economía de tipo científica que se basaba en el gobierno de longevos e indiferentes ilustres.

Los hermanos Flores Magón, Francisco Villa y los dorados del norte; Emiliano Zapata; el espiritista Fco. Indalecio Madero fueron figuras clave en los distintos frentes del inicio armado, tanto en los rubros políticos, ideológicos como de la movilización de las masas sociales; gracias a este proceso se derroco el viejo régimen y se implanto la rúbrica de "sufragio efectivo no reelección"; las clases medias estaban preparadas para formar parte de la lucha y ocupar puestos públicos tras el exilio de Díaz en Francia.

El proceso revolucionario, produjo un costoso cisma político; pasaron casi otros treinta años después ( 1940) antes de que se estabilizara el clima político y los consuetudinarios golpes de Estado, asesinatos políticos y presidentes de entre cinco minutos y un año de duración; uno de los grandes baluartes de la revolución es sin duda la Constitución de 1917 forjada por el constitucionalista Venustiano Carranza; se dio origen a una de las constituciones con mayor carácter social en el mundo ( no importando las criticas de que se trate de un remedo de la constitución de EEUU).

A pesar del clima de inestabilidad surgió el otrora PNR que después se transformo en el PRI que hoy conocemos; como producto de la unión social de centenares grupos políticos y asociaciones en todo el país; se trataba de uno de los partidos más plurales en el mundo occidental. Se crearon las instituciones de Estado, propias de una visión transgeneracional; fueron el IMSS, el ISSSTE, el INFONAVIT, la SEP; entre otros los grandes baluartes producto de la revolución, los cuales a pesar de las amenazas neoliberales perduran hasta nuestros días. En ese proceso se creo un sentido de identidad nacional, un nacionalismo revolucionario que buscaría construir un país a partir de la unidad y fuerza estatal; surgió el presidencialismo; la estatización de los recursos geoestratégicos y se rescató PEMEX por parte de Lázaro Cárdenas cuando estaba en manos de privados norteamericanos.

Otros de los avances fue la repartición de la tierra; la ley agraria y todo un andamiaje jurídico que cambio la geografía de la posesión de la tierra. Es fundamental hacer mención que nuestro país vivió en las primeras décadas del nacionalismo revolucionario un cambio de identidades, la sociedad comenzó a urbanizarse, la ciencia, la cultura y el arte estaban en pleno apogeo; como olvidar los muralistas; como Diego Rivera, Orozco, Alfaro Siqueiros, entre otros; el cine nacional, (la época de oro) la danza, la música; el nacimiento de la UNAM y ciudad Universitaria; todos ellos eran muestra de que el nacionalismo revolucionario venía dando sus frutos.

Empero, México seguía siendo como hasta ahora un país periférico, que respondía al programa del " desarrollo estabilizador" pero siempre condicionado al factor externo;un desarrollo extremadamente paternalísta y corrupto, que mantenía amplios sectores empobrecidos y marginados en todo el país; la guerra fría internacional y la injerencia política norteamericana en México se empezaban hacer evidentes; nuestro tejido de matriz social comenzó a vislumbrar sus primeros dejavús; se rompieron algunos hilos; la naciente juventud educada y crítica comenzó a ver una incongruencia entre el discurso y la práctica; en los tiempos de mayo del 68, las clases medias e informadas, los letrados sentían que les estaban mintiendo. Cualquier pretexto era suficiente para desatar la ignominia del 68; para posteriormente venir la guerra sucia; la manipulación del ejercito; el halconazo del 71; las desapariciones; el desastre se movía entre nuestras entrañas, el nacionalismo revolucionario se había congelado; sólo la frivolidad y autoritarismo de los gobernantes posteriores a Ruiz Cortines era la ley suprema de la Unión.

Los procesos revolucionarios no pueden ser perpetuos; tampoco podemos apostarle al liberalismo económico sin visos ni proyecto social; ello sólo nos impele a la incertidumbre y al determinismo económico de fuerzas extranjeras y de la derecha; pero es absurdo pensar también en nuestro nuevo contexto en el hecho de que todo cambio depende irremediablemente de una revolución basada en la lucha y la violencia; muchos de los que participaron en la revolución eran sicarios; violadores, bandidos, etc. Hoy la lucha debe darse en base a la conciencia política y social que nos lleven a un camino de "evolución" como un proceso gradual a partir de reformas mentales y culturales; de una nueva movilidad social que lleven al cabo la adaptación social de nuestro país a un nuevo entorno competitivo; teniendo como base los derechos y causas sociales.

En México se podría apostar al hecho de que el nacionalismo revolucionario murió con el fin del sexenio de López Portillo en 1982; fecha a partir de la cual nuestros gobernantes entraban en la fase histórica de rendirle la estafeta a los tecnócratas ( primero fue el régimen de los generales; luego de los abogados y juristas; para rematar en los inefables neoliberales) a partir de entonces el nacionalismo revolucionario había muerto para que el gobierno siguiera las coersiones del FMI y el BM en lugar de la soberanía del pueblo.

Así como el régimen revolucionario ruso duró en sentido amplio setenta años ( 1918-1989); con el arriamiento final de la hoz y el martillo había terminado un régimen; cambiaron los símbolos, los colores, la ciencia política, todo un pueblo; pero en México murió el nacionalismo revolucionario de una forma sutil casi imperceptible; su duración de setenta y dos años ( 1910-1982) coincide prácticamente con los de la extinta URSS; coincide también prácticamente en el mismo tiempo y contexto; sólo que en México no hubo funeral; pero si existió un glasnot y perestroika mexicanos que fueron los procesos de privatización, desnacionalización de la banca, el TLC entre otros.

¿Que hacer con el nacionalismo revolucionario? ¿Que hacer con este cuasi muerto al cuál no se le ha reconocido a él y a sus cenotafios como tales?; ¿como darle vigencia social y no solamente histórica y anecdotaria como sucede con nuestro calendario? ¿como quitarle ese acre sesgo priísta como si se tratase de un producto de su exclusividad?

Sin duda que el nacionalismo revolucionario pasó ya a la historia y requiere de una revaloración, de retomar los principios sociales e institucionales que le dieron origen hace más de 95 años; pero no con un fervor dogmático; no con los viejos vicios del pasado; no con una actitud paternalísta y simplemente reaccionaria. Así no; a pesar de las fallas de la democracia e ineficiencia del aparato estatal que es controlado por las altas burguesías; la democracia debe ser la vía, motivo por el cuál Madero convoco a la lucha y las urnas; debemos de impulsar una nueva revolución social que parta de nuestro contexto histórico pero que de prioridad a nuestra realidad y entorno social actuales; que busque la vigencia de los principios revolucionarios con un enfoque moderno; que extirpe los viejos vicios sociales del partido único y de Estado como el PRI con todo su politica clientelísta, de una excluyente agencia de colocaciones oficial.

En el año 2010 coincidirán el bicentenario de la Independencia y el primer centenario de la revolución; cada siglo hay una gran lucha; quizá sea ya la hora pendular otra vez para nuestro país; y aunque la lucha y la violencia de ayer no podrán ser las mismas a las de mañana; en el fondo mientras sigan existiendo los agravios e injusticias sociales (como hoy día) que dieron origen a la revolución; la lucha y el fondo seguirán siendo las constantes. Hoy la pirámide social se ha invertido; ya no somos como en 1910 cerca de 9 millones de mexicanos; ahora somos casi 106 millones; ahora la población vive en un 80 por cien en los grandes centros urbanos; la población esta más preparada; es difícil concebir una nueva revolución beligerante y de carácter decimonónico; pero la lucha por y para la sociedad (ahora las masas) seguirá siendo el ideal ha desarrollar.

La revolución acabo en las primeras décadas del siglo XX, entre millares de muertos, la sangre, la defenestración porfirista, las decenas trágicas, etc.; el nacionalismo revolucionario acabó también con un largo proceso de crisis hasta 1982; nuestro país fue refundado (en su dirección social, el mundo se movió hacia la derecha)y reformado de manera furtiva y a espaldas del soberano con ineptos como De la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox; los aplicadores del neoliberalismo.

Este nacionalismo nos ha dejado un legado de instituciones; un aparato que nos hace recordar y dar vigencia de como las conquistas sociales y nuestra historia son nuestro mejor patrimonio ante los embates neocolonialistas. Hoy para la Patria lo fundamental es la defensa del orden constitucional; el target de los criminales tecnócratas y neoliberales; en nuestro país no tiene caso de hablar del discurso marxista de la revolución del proletariado, ni de la revolución nacionalista sea esta una lucha armada o evolutiva si en primera instancia se cierne una amenaza coyuntural en contra de nuestras instituciones públicas, la constitución y ergo nuestra soberanía; estos discursos hoy son estériles y deben de reservarse; antes que cualquier movilización social, lo fundamental es que elijamos un gobernante que nos garantice la salvaguarda del orden constitucional ante la amenaza de la privatización así como asuma el cumplimiento del Estado de derecho. Debemos actuar ante la coyuntura porque afecta los principios, las conquistas así como los medios para cualquier revolución futura.

Hoy los inefables mercachifles pretenden sustituir los derechos sociales por servicios al cliente; nuestro espacio público está siendo enajenado y amenazado por los medios de comunicación y las cúpulas de ipso de nuestro país; la constitución peligra; las reformas de liberalización se pretenden llevar a toda costa ignorando las condiciones del pueblo. Sin duda que en el corto plazo la memoria revolucionaria nos exige preservar nuestro orden constitucional; preservarlo para después refundarlo en medida que beneficie a las amplias mayorías sociales.

Nuestro país requiere aprender de sus historia; tomar nota de los avances de nuestras instituciones; prepararse y establecer un proyecto de carácter nacional; desgraciadamente estamos entrampados; somos como un cubo de rubi; los liberales propugnan por la resignación y el determinismo frío de la "globalización" los muy imbéciles le llaman a eso futuro y progreso; no, la competitividad y el individualismo no podrán jamás sustituir la justicia social, ni la solidaridad. Son las masas, los pobres, las clases medias; los grupos sociales; las mayorías las que tiene que hacer valer su voz y proyecto; sin nosotros no, jamás.

La pobreza del pueblo es brutal; la inequidad, la asimetría cultural y económica son de las más groseras y repugnantes en el orbe; las grandes bases son dominadas por los estúpidos e inflexibles idearios burgueses; clase excluyente; déspota, que influye y construye una sociedad conservadora pero a la vez con doble moral. Los actuales proyectos y reformas neoliberales ignoran y desprecian a las mayorías; es necesaria la lucha, la evolución es imperativa y de ser necesaria la revolución deberá ser una carta reservada; ¿que hacer con el nacionalismo revolucionario? ese oximorón; muerto viviente; nadie nos avisó de como cargar con esta pesada losa. No hay duda, tendremos que aprender de nuestra historia. Es tiempo de revolucionar el nacionalismo revolucionario (valga la expresión) para defender nuestros intereses y derechos sociales en el corto plazo; para el futuro lo que se requerirá será necesariamente otra cosa. Otra revolución, con las armas de la inteligencia y la conciencia pueblo.



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Dia con dia queda claro: quienes alaban esta democracia simulada son como los tontos que nunca han visto a Dios y ante cualquiera se hincan. Rayuela, Jornada Jalisco 13Nov06

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