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lunes, noviembre 27, 2006

Opinión - Victor Eduardo García

Escritos al Caminar

Desde el correo de Redes Ciudadanas

“¡Abajo el águila mocha!” El signo distintivo de la presidencia legítima de México, título avalado por la Convención Nacional Democrática es la imponente águila juarista, la misma con la que Don Benito y sus patriotas, mexicanas y mexicanos, fundaron la Tercera República, la de la Reforma, la que secularizó los bienes de la iglesia y limitó el ejercicio de su poder al ámbito de lo divino. El águila es impresionante: Sus alas extendidas tiran abrazos el aire y así trabajan para mantener el equilibrio sobre el nopal. El momento que la imagen congela, exhibe al águila en el instante que mata a la serpiente. En ese mismo segundo, el reptil aún luchaba por encajar los colmillos al águila, que no está posada totalmente sobre el nopal. La garra derecha aprieta la cola de la serpiente, cerca del cascabel que la remata. Con la izquierda se sostiene en el nopal. Es el instante en que el vuelo deja de serlo. Pronto empezará el festín que hará cumplir la profecía. En la imagen del escudo nacional está ocurriendo el sacrificio.

El sueño que señaló el lugar donde habría de asentarse una nación, describe un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente. El escudo nacional, tanto el actual como el juarista, muestra el momento previo. Con gesto de miedo y furia, la serpiente deja de ser para estar muerta. “Vida y muerte no son mundos contrarios, somos un solo tallo con dos flores gemelas”, escribió magistralmente Octavio Paz en El Cántaro Roto. Me parece que lo que dice el poeta describe la esencia del escudo nacional, bárbara exaltación de la dualidad vida-muerte.

Algo tiene de humano el parado del águila juarista, algo tiene de caballero águila, altivo hasta resultar soberbio. Destacando el porte del águila, quien la dibujó (y quién habrá sido) prefirió, sobre el realismo naturalista, la síntesis geométrica, que, con un orden impresionante, muestra el plumaje, exalta la fuerza muscular y exhibe el dominio del equilibrio. Salvo la cabeza, el águila juarista es vista de frente con las alas extendidas, esplendor que encuentra su equilibrio con el perfil de la magnífica cabeza, ligeramente echada hacia adelante, acentuando con este efecto su presencia y la de su gran pico.

Con la misma actitud cazadora, el águila que actualmente ostenta el escudo nacional es vista de perfil. Así, el conjunto se resuelve en una forma circular, ideal para acuñarse en nuestras monedas que, merced a su forma, se convierten en nido que cobija al ave. El águila juarista, en cambio, no se ajustaba con la misma precisión a las monedas. Recuerdo haberla visto en antiguas monedas que, me parece, aún circulaban cuando yo era niño. Creo que eran de una peseta (25 centavos). De un lado, creo que aludían a la justicia mediante la ilustración de una balanza; del otro, mostraban al águila deteniendo su vuelo sobre el nopal, pero parecía que en el mismo instante podría continuar su vuelo hacia otra parte.

El vuelo de la historia

El lunes 20 de noviembre se conmemoró otro aniversario de la Revolución (Aniv de rev., abreviaban los calendarios, creando un nombre, Anivderev, tan exótico y mexicano como Masiosare). Tal fecha fue elegido por la CND para tomar la protesta a Andrés Manuel López Obrador como presidente legítimo de México. El acto marcó el retorno del águila juarista y, al fin, la conclusión del periodo postelectoral para quienes no aceptaron ni el conteo del IFE ni el dictamen del tribunal electoral. Tal fuerza, agrupada ahora en torno a la Convención Nacional Democrática y el Frente Amplio Progresista, nuevamente se mostró de forma contundente. Multitudinariamente, volvió a desbordar el Zócalo capitalino, dio la espalda a la república simulada de ruinosas instituciones y se apropió del espíritu del artículo 39 constitucional, que confiere al pueblo el derecho a cambiar de gobierno cuando lo desee.


Una vez ocurrido lo que aconteció, los asistentes a la toma de posesión de Andrés Manuel se mostraron optimistas e incluso contentos. Hasta poco antes de que el acto diera inicio la incertidumbre era lo que marcaba su estado de ánimo. Cada quien se preguntaba cuántos serían los asistentes, y si éstos serían más o menos que los que se reunieron el 16 de septiembre, fecha en la que por mayoría casi unánime, la CND decidió nombrar a su líder como presidente legítimo. El frío que se dejó sentir desde el sábado, incrementaba las dudas respecto al éxito de la concentración. Además, como los participantes empezaron a llegar desde el sábado por la mañana, en la Ciudad de México no se notaba el arribo masivo de camiones. Estos fueron llegando, poco a poco, el sábado 18, el domingo 19 y el lunes 20. Así, hacia las cuatro de la tarde del 20, una impresionante marea humana llegaba al Zócalo, que otra vez fue insuficiente para contener a todos los presentes.

A diferencia de otras veces, los grupos y los individuos arribaban en silencio. Seguramente, la incertidumbre respecto al número de los asistentes y el clima, colaboraban a ello, pero también el carácter solemne de la reunión a la que habían sido convocados. Así, aunque la mayoría asistió vestida como de costumbre, algunas y algunos lucían cierta elegancia un tanto inusual para un mitin en el centro del D. F.
Antes de iniciar la sesión, un miembro prominente de la CND citó a los presentes para el primero de diciembre a las siete de la mañana, ahí mismo, en el Zócalo. Ese día, la derecha y sus aliados pretenden consumar la usurpación y, tanto la CND como el FAP pretender evitar tal ignominia. Luego dio inicio la sesión solemne, que, austera y republicana, se llevó a cabo sin dañar las formas, que en política significan tanto como el fondo. La reunión fue conducida por Regina Orozco, quien se encargó de cantar el Himno Nacional, al principio y al final del acto.

El presidente López Obrador, recibió el águila juarista, un documento emitido por la CND que lo nombra presidente legítimo y la banda presidencial. En su discurso anuncia un plan de trabajo a partir de 20 puntos. Destaca el que se refiere a los servicios que los mexicanos debemos pagar hasta 300 por ciento más que nuestros socios comerciales, es decir Estados Unidos y Canadá. Anuncia que enviará una iniciativa al congreso, para revertir esa situación de inequidad. Y descubre, de paso, que a través de las cámaras tratará de imponer criterios legales que beneficien a las mayorías. Anuncia, además, que su gobierno será de millones de mexicanos, ya que quien así lo desee podrá habilitarse como representante del gobierno legítimo y colaborar para tirar iniciativas que lesionen la economía popular o la soberanía nacional.

Así por dos vías, la parlamentaria y la de las concentraciones populares, el presidente legitimo pretende encausar su lucha contra la derecha opresora y retardataria. Parece irreal, pero es algo que está ocurriendo en nuestro país. Una presidencia sin sustento legal, se legitima a través del apoyo multitudinario que le brindas sus adeptos. En tanto una presidencia espuria, pero legal, se apresta a tomar el control sirviéndose de todo el aparato del estado. Ha iniciado el tiempo del enfrentamiento. Esperemos que gane el México de la mayoría y no el de la oligarquía. Que ganen los que resisten con el arma de la paz y no quienes pretenden arrastrarnos utilizando la violencia que el estado se reserva para sus fines.

Quién sabe a dónde, pero México se está moviendo…
(VEG)

notengomail69@yahoo.com.mx

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Dia con dia queda claro: quienes alaban esta democracia simulada son como los tontos que nunca han visto a Dios y ante cualquiera se hincan. Rayuela, Jornada Jalisco 13Nov06

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