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viernes, noviembre 24, 2006

Opinión - Cecilia Marquez

Fraude al desnudo: ¿valio la pena?
Publico - 24/11/06

Aquel 9 de agosto de 2006, a las 8:40 am, estaba sola, ante la ausencia de 98 artistas, pintores, actores, escritores, directores de teatro, diseñadores, escultores y cineastas. Ninguno fue, dándome en premonición el resultado. Era hacer conciencia en la gente de Jalisco sobre el fraude perpetuado que después fue legitimizado por las carencias de defensa que tuvieron los propios seguidores de López Obrador: perredistas y redes ciudadanas, quienes durante la campaña entraron en férrea lucha olvidándose de lo importante. Defender el voto por voto.

Inmóvil, con mucho frío y un vacío en el estómago, pidiendo el conteo en todas las casillas. Era una instalación: sobre el piso las palabras “voto por voto” escritas con papel de baño significando la limpieza que se requería para dar certeza a los ciudadanos; arriba la escultura del Hidalgo rompiendo las cadenas, libertando a los mexicanos del yugo, –que significaba el patriotismo–; y abajo dos caballeros con una lona que decía: fraude al desnudo y yo, tan sólo con mi tanga blanca recostada sobre una colchoneta, que evidenciaba el fraude imposible de cubrir con nada.

Soy pintora, he expuesto en museos y galerías. Mi obra la tienen personalidades de México. Pero eso no importó a algunos periodistas que se fueron por el morbo, encubriendo mis verdaderas razones. No era por si quería que López Obrador fuera presidente y Calderón no. Se les olvidó que pedía democracia: el respeto al voto, a la voluntad del ciudadano.

Se les olvidó que se desnudaba, más que un cuerpo, un fraude. Sonreía de dientes para afuera. Mi corazón se me salía del cuerpo. Es, confieso, la acción más difícil que he realizado en mi vida. Soy, a pesar de las apariencias, alguien que ama el anonimato. No salió el sol. Fueron los 17 minutos más difíciles como mujer, hija, madre, amiga, artista, ciudadana y como mexicana. Estaba ausente y presente. Nunca pensé hacer algo así, creí que era un poco cobarde. La fuerza estaba en la verdad.

No sé si valió la pena cuando los perredistas pensaron que era una exhibicionista y les robé el aparador, muchos me niegan el saludo, sufro de asedio y vigilancia por parte de algún aparato burocrático y se me niegan los espacios para exponer por ser quien se desnudó en una plaza.

No sé si valió la pena porque el PRD de Jalisco me despidió sin derecho a mi liquidación de tres meses según la ley; se terminaron “mis amigos y amigas”; en el colegio de mi hija hay mamás de otros niños que me sacan la vuelta, hasta algunos familiares míos reniegan de serlo; ya nadie quiere comprarme obra, y se me niegan los espacios para exponer.

No sé si valió la pena ahora que todos los medios me han cerrado la oportunidad de trabajar en ellos: que se me da las gracias de diarios por razones poco claras, estaciones de radio y televisión se niegan hasta venderme un espacio para hacer lo que durante 20 años he hecho: ser una comunicadora. No sé si buena, pero sí digna y defensora de la verdad.

No sé si valió la pena ahora que ningún político me quiere como su asesora, y cualquier hombre hace su chiste machista cuando me presenta a otro.

No sé si valió la pena ahora que veo que mi cuenta del banco está en ceros y sube exorbitantemente la de números rojos, ahora que todos aquellos a los que yo les di la mano me la niegan, y estoy en el terreno de la marginación total de tipo político-social; estoy enferma sin posibilidades de hacer más.

No sé si valió la pena que me juzguen de piruja, encueratriz y cascos ligeros, cuando a lo largo de mi vida lo único que tengo es dignidad. Nunca me he acostado con nadie por dinero, ni por un puesto. Siempre he sido sincera, amor y entrega nunca a cambio de nada. Si soy inmoral por desnudarme en un performance como artista, para denunciar un fraude y pedir certeza en las elecciones, lo seré toda mi vida. Porque es más inmoral mentir con tal fragancia en nombre de todos, utilizando al aparato del Estado; de todos aquellos que tiene doble moral y que se les hace más fácil juzgar y calificar sin conocimiento para marginar.

Pienso que sólo soy una gota. Pero así está conformado el mar y poco a poco vence a las más grandes rocas, recordándoles que la fuerza está adentro. Dentro de cada uno de nosotros que sabemos que México se merece un gobierno a la altura de los ciudadanos. Un país en donde nunca se olvide que la democracia, la justicia y la igualdad son principios no negociables e invendibles, sin precio. Porque el precio es la paz. Y usted dígame, ¿vale la pena?

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Dia con dia queda claro: quienes alaban esta democracia simulada son como los tontos que nunca han visto a Dios y ante cualquiera se hincan. Rayuela, Jornada Jalisco 13Nov06

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